A Alain Danielson (Guillaume Canet), un exitoso editor parisino, y a Léonard Spiegel (Vincent Macaigne), uno de sus autores de toda la vida, les cuesta aceptar por completo el mundo digital actual... y puede que la crisis de la mediana edad. Cuando se reúnen para debatir sobre el nuevo manuscrito de Léonard, Alain debe encontrar una manera elegante de decirle a Léonard que se está quedando atrás, de exponerle sus dudas, mientras que la esposa de Alain, Selena (Juliette Binoche), cree que por fin Léonard ha conseguido realizar su obra maestra.
Hay un par de cosas sobre esta película que se repiten en las crónicas que se hacen sobre ella: Estilo Woody Allen y verborrea de sus personajes. Ambos matices son, en el fondo, la misma cosa.
Olivier Assayas, realizador y guionista del film, no es Woody Allen, dicho sin ningún menosprecio, es más, no tengo certeza alguna de que eso sea lo que busque el parisino, su película no es una comedia, no nos hará reír y casi, ni siquiera sonreír fuera de algún momento puntual. Si a mí me recuerda películas como Si la cosa funciona, por ejemplo, es por los incesantes diálogos y no por el humor, pues esta película, incluso carece de chispa.
Lo de la verborrea, en el mejor sentido del término, es una forma de enfocar la narración que transcurre sin apenas respiro para el espectador que apenas tiene tiempo para ir asimilando todo lo que escucha. Sus personajes hablan y hablan sobre cosas que, imagino, preocupan o, al menos, llaman la atención de Assayas: La gratuidad de los contenidos digitales; los nuevos formatos, su futuro y, por ende, el de los antiguos; lo que esto va a suponer en otros aspectos de nuestra vida, por ejemplo en la movilidad o en las relaciones interpersonales; el derecho a la intimidad y si uno puede exigir una remuneración cuando se hable de él... También queda planteada la relación de pareja a través de la vida de los propios personajes, sus infidelidades y la forma de afrontarlas y asumirlas o comprenderlas.
La verdad es que no hay nada nuevo y que las incógnitas, al menos unas cuantas, quedan ahí, se reflexiona sobre ellas, pero sin alcanzar soluciones o sin atisbar que el futuro pueda ser de esta aquella manera.
Me ha parecido un film interesante, en buena parte porque disfruto de este tipo de películas en las que, aunque no se nos descubra nada, se plantean situaciones y se establecen diálogos de cierta altura, pero reconozco que a quienes les guste que lo visual tenga más peso o películas con más acción, se les puede hacer un poco aburrida, incluso vacua, con estas disquisiciones de unos personajes que tiene mucho de culturetas y de vivir en una especie de burbuja intelectual.
La mención a Woody Allen es cosa de la publicidad. Yo creo que el film, pese a su tono ligero, aborda conceptos ya presentes en la interesantísima filmografía de su director.
ResponderEliminarSaludos.
Es una forma de promocionarla, no cabe duda, pero yo me refería más bien a la mención al realizador neoyorkino que se hace en las críticas de los no profesionales, se refiere más bien a una forma de llevar la narración. Pero claro, eso no quiere decir que Assayas sea Allen.
EliminarA pesar de lo estereotipado de sus personajes y del hecho de que abusa de algunos tópicos en torno al mundo de la edición, estoy con Ricard en que no deja de ser una película interesante (como todas las de Olivier Assayas).
ResponderEliminarSí eso he dicho en la entrada.
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