jueves, 24 de abril de 2014

EL PRECIO DE LA VERDAD

The New Republic es una revista que compite con las grandes cabeceras estadounidenses a base de ofrecer a sus lectores información de interés seriamente contrastada y artículos de cierto nivel, huyendo de sensacionalismos y procurando mantener la independencia frente a los círculos de poder. Se precia de tener su presencia asegurada en el avión presidencial y de que sus opiniones, como mínimo, pueden ser tenidas en cuenta entre las personas que toman las grandes decisiones.
Entre sus redactores, cuya media no supera los 26 años, está Stephen Glass (Hayden Christensen), un joven y prometedor periodista de Washington, muy apreciado entre sus compañeros por su actitud servicial y cuyos artículos son celebrados por divertidos e ingeniosos cuando se debaten en el consejo de redacción.
Sin embargo, poco después de ser nombrado director Charles Lane (Peter Sarsgaard), una sombra se dibuja en el brillante futuro de Glass, existen serias sospechas de que un artículo suyo titulado "Hack Heayen", una historia de rabiosa actualidad sobre el mundo de los hackers informáticos, es fruto de la imaginación del periodista y no un reportaje sobre hechos y personas reales como fue presentado por la revista, que había confiado en las notas del autor como única prueba de la veracidad de lo que se contaba.


El guión se basa en el artículo que hizo Buzz Bissinger para Vanity Fair.
El protagonista de la historia, Stephen Glass, era redactor de plantilla de la prestigiosa revista de actualidad y política The New Republic y articulista asociado de publicaciones como Rolling Stone, Harper's Magazine y George, quien después de una extraña cadena de acontecimientos recogidos en el artículo de Buzz Bissinger publicado en septiembre de 1998 en Vanity Fair, vio como su fulgurante carrera se interrumpía.


La película supuso el debut como realizador de Billy Ray, experimentado guionista, pero que jamás se había puesto tras la cámara y yo creo que se nota, en el sentido de que está mejor escrita que dirigida.
Es cierto que el film no es nada fácil de llevar adelante, pues al estar basado en acontecimiento reales, el trabajo de contraste de informaciones supone una tarea ardua y más en este caso, cuando lo que se pone en solfa es el deficiente control de las fuentes.


Sin embargo el guión se nota muy bien trabajado, con una primera parte del film en el que se nos va definiendo la peculiar forma de ser del protagonista, aparentemente un ingenuo, con muchos gestos infantiles y con una tremenda necesidad de ser querido, siempre atento con sus compañeros, llevándoles café, con una palabra amable hacia el vestido o los pendientes de las compañeras; disculpándose cada vez que alguien pueda pensar que ha hecho algo mal... Sin embargo todo es fachada de una personalidad compleja.
En ciertos momentos, cuando Glass está intentando tapar sus mentiras con más mentiras, el film funciona como una especie de thriller.
Una pregunta queda abierta a la interpretación del espectador ¿por qué Glass hizo lo que hizo?, ¿era un vago o un mentiroso patológico o, simplemente, le fascinaba la idea de engañar a la gente haciéndole creer las historias que él fabricó? Seguramente la respuesta es una mezcla de todas esas razones.


El film es una especie de cuento con moraleja acerca de la debilidad de una profesión que se supone debe proteger nuestras libertades, pero que debe tener exquisito cuidado con el mantenimiento de su credibilidad. Si la pierde, quien les tiene como fuente fiable de opinión, pierden algo más que la fe en el periodismo.




No hay comentarios:

Publicar un comentario