Es proverbial la dureza del entrenamiento al que eran sometidos los futuros soldados de Esparta, hasta el punto de haber tomado sentido propio cuando nos referimos a algo con el adjetivo de "espartano".
Hay una anécdota recogida por Herodoto, que refleja hasta qué punto, aquel pueblo estaba imbuido de los valores de austeridad y desprecio por la vida en pro de la patria.
A pesar de lo que nos cuente el cine, en la batalla de las Termópilas no murieron los 300 que acompañaban a Leónidas, que se sepa, hubo, al menos, dos supervivientes y conocemos hasta sus nombres: Pantites y Aristodemo.
A Pantites le había enviado Leónidas a Tesalia como embajador, probablemente para conseguir refuerzos. Cuando regresó a las Termópilas, la batalla había concluido con el resultado que conocemos, y el se volvió tranquilamente a Esparta, donde sus compatriotas pusieron en tela de juicio su historia, suponiendo que había retrasado intencionadamente su regreso, por lo que fue sometido a una especie de ostracismo con el que castigaban a los cobardes. Pantites, acabó suicidándose incapaz de soportar la deshonra de que era acusado.
En cuanto a Aristodemo, tuvo la mala suerte de que otro compañero de desdichas, un tal Eurito, aquejado como él de una enfermedad ocular que les había dejado casi ciegos, estando dispensado del combate, cuando el choque dio comienzo, pidió a su esclavo ilota que le condujera al campo de batalla, donde murió arrollado por los persas.
Así que el pobre Aristodemo, cuando regreso vivo a Esparta, se encontró con que el estricto código militar de sus paisanos le condenaba a la deshonra por volver con vida, ya saben lo que decía aquella célebre máxima: Vuelve con tu escudo en la victoria, o sobre él en la muerte. Tanta fue la humillación, que un año después, cuando los espartanos plantaron cara al ejército persa en Platea, Aristodemo iba de los primeros y se lanzó con furia ciega a lo más denso de las filas persas, muriendo en combate.
Pero la desgracia persiguió a Aristodemo más allá de muerte, pues este proceder, no fue valorado por sus compañeros, por haber abandonado la formación sin autorización, por lo tanto, desobedeciendo, pues lo que hizo fue un suicidio enfrentándose él solo contra todo el contingente persa. En esta batalla ganada por los griegos y que fue prácticamente definitiva en la derrota del Imperio Persa, en este, su segundo intento de conquistar Grecia, nos cuenta Herodoto en su libro noveno de Historia, que los combatientes espartanos fueron los mejores de entre los griegos. Y con mucho, en opinión de Herodoto, el mejor de todos había sido Aristodemo. Sin embargo, los espartanos no lo consideraron así, cuando se abrió la discusión sobre cuál había sido el más bravo, los espartanos presentes reconocieron que Aristodemo, que quería morir por la imputación que le perseguía, había ejecutado grandes proezas, pero había otro soldado llamado Posidonio, que no quería morir, y que se había mostrado valiente, por lo cual, éste último era el mejor.
El caso es que el desgraciado Aristodemo, en buena parte por culpa de aquella imputación de cobardía anterior, fue el único de los muertos que no recibió honores. Claro que, supongo que a él le daba igual, ya estaba muerto.
Hola Trecce.
ResponderEliminarInteresante historia de cobardes y héroes, claro está que mejor que te pille un tren a que vuelvas vivo de una batalla....hoy en día la cobardía como la valentía no se ve tan drástica, a no ser que seas militar.
Saludos Trecce
Como dice la canción: ¡Cómo hemos cambiado!
EliminarSí, pero hay cosas que no cambian. Cuando visite Grecia me sorprendió que la ciudad actual de Esparta está repleta de cuarteles y se veían uniformes por todas partes. Lo siguen llevando en la sangre.
EliminarAhí me llevas ventaja.
EliminarEn Esparta a los bebes varones, casi nada más nacer, los presentaban ante la Gerusía, y al que no valía para la guerra era abandonado en los bosques. A los que consideraban aptos comenzaban de inmediato a entrenarlos npara que no tuvieran miedo de nada, ni de la obscuridad, ni de los ruidos de la noche y de todo lo que puede atemorizar a un niño. Yo creo que nuestros políticos reciben un entrenamiento similar, porque tampoco tienen miedo a nada y cortan y rajan como se les antoja.Claro, saben que no les va a pasar nada.
ResponderEliminarCreo que sí tienen miedo a algo, a lo único que temen es a que les echen de la poltrona.
Eliminar