jueves, 17 de abril de 2014

EL PRUSIANO QUE DERROTÓ A NAPOLEÓN

Que la derrota de Napoleón en Waterloo significó el fin de su época gloriosa, es sabido, aunque los aficionados a la Historia conocen que la resolución de la batalla a favor de un bando u otro, fue incierta y que quien inclinó la balanza en el momento crucial, fue la carga de caballería liderada por un general prusiano que antes había sido húsar. Este general fue Gebhard Leberecht von Blücher, que con aquella acción evitó que las líneas prusianas fueran quebradas y dio la victoria final al duque de Wellington.
Pero Blücher, que a la sazón rozaba la setentena, al parecer estaba algo tocado del coco, aparte de ser un jugador compulsivo, era tenido por un desequilibrado y hacía "cosas raras", propias de un paranoico, como desplazarse de puntillas o saltar para no quemarse los pies, en el convencimiento de que los franceses habían sobornado a sus servidores para que calentaran el suelo de la habitación.
Los verdaderos comandantes en la sombra del ejército prusiano eran Scharnhorst y Gneisenau, dos de sus hombres que sí tenían en mente la aniquilación de Napoleón Bonaparte y apuntalaban a Blücher para que su desequilibrio mental no terminara en tragedia para sus tropas.
Blücher murió el 12 de septiembre de 1819 poniendo con su muerte fin a un estilo de líder militar más propio de épocas anteriores que cargaba sable en mano al frente de sus tropas en contraposición con la nueva generación de jefes militares de estado mayor más burocratizados.
 
 
 

2 comentarios:

  1. Curioso lo que cuentas, Don Trecce, sobre ese tipo llamado BLUCHER.
    Y sí, en aquella época los ascensos y las batallas se ganaban a base de cargas sable en mano y sobre el terreno. No desde un despacho y un ordenador como ahora.

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    1. El tío estaba tronado, pero es cierto que en su juventud había sido husar y participado en varias cargas de caballería reales; esta experiencia, sin duda, repercutió en el éxito de su ataque. Desde luego lo que no le iba eran las estrategias de despacho.

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