Varias tramas paralelas ambientadas en el Valle de San Fernando, en Los Ángeles: un niño prodigio, el presentador de un concurso de televisión, un ex-niño prodigio, un moribundo, su hijo perdido, la esposa y el enfermero del moribundo, un policía. Son historias aparentemente independientes, pero que guardan entre sí una extraña relación.
No es la típica película de historias cruzadas ya que aquí, como he dicho más arriba, más bien se trata de historias paralelas, cuyo nexo común, si es que lo tiene, aparte de alguna relación de parentesco o afinidad entre algunos de los personajes, es la casualidad y el perdón.
Historias algunas veces increíbles, pero que la realidad, con sus inconcebibles episodios, nos lleva a pensar en aquello de que "si no lo veo, no lo creo", así que, por qué no podrían ocurrir en la vida real.
Quizá la película puede llegar a hacerse un poco larga y no es solamente que lo diga yo, el propio Paul Thomas Anderson reconocía que podría haber recortado algunas partes sin que el todo se resintiera demasiado.
Con buenas interpretaciones y, por momentos, excelente factura técnica y artística, estamos ante un film coral, incluso el realizador y guionista se opuso a que fuera promocionada como una película protagonizada por Tom Cruise, ya que él, y esto es así, no deja de ser uno más entre los varios personajes destacados de la historia.
Una película que hay que ver abandonándose a la sucesión de imágenes y situaciones, algo parecido a cuando uno asiste a un concierto de música, sin tratar de buscar demasiadas explicaciones, sencillamente dejándose llevar y, en lo posible, disfrutarla. Que lo consigas o no, eso ya es harina de otro costal.
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