En un remoto pueblo de montaña, el maestro debe irse por un mes para visitar a su madre moribunda y el alcalde solo puede encontrar a una niña de 13 años, Wei Minzhi, para sustituirle. El maestro deja una tiza para cada día y le promete 10 yuanes adicionales si no hay un estudiante menos cuando regrese. En cuestión de días, la pobreza obliga al alborotador de clase, Zhang Huike, a irse a la ciudad en busca de trabajo. Minzhi, abnegada y obstinada a un tiempo, decide traerlo de regreso. Reúne a los 26 alumnos restantes para recaudar dinero para su viaje y parte para la ciudad de Jiangjiakou, comenzando su búsqueda. El niño, mientras tanto, está perdido y pidiendo comida. La terquedad de Minzhi puede ser la salvación de Huike y de la escuela del pueblo.
Se tacha a este film de exceso de moralina y de cierta complacencia con el régimen chino. En la primero, quizá hay su carga moralizante sobre todo al final, pero en lo segundo, ya no estoy tan de acuerdo. Al final de la película se habla de escolarización obligatoria hasta los 9 años, cuando en los países occidentales, por entonces (la película es de 1.999), estaba regulada hasta los 12, los 14, incluso hasta los 16 años. Además, el ambiente que recrea, no me parece en absoluto complaciente. La llegada de la niña a la aldea, me recuerda la entrada en lo que podría ser cualquier pueblo pequeño de Castilla en los años 50 o 60; no hablemos de la escuela, destartalada hasta decir basta, que parece que si soplas con fuerza vas a derribar sus muros o de los medios con que cuentan, exactamente ninguno y el maestro quejándose de que hace tres meses que no recibe su salario. La madre del pequeño Huike, una viuda relativamente joven, está enferma y llena de deudas y el alcalde habla de que si no las salda pronto se enfrenta al desahucio, esto en un país comunista que se supone ampara a los desvalidos. No veo yo mucha complacencia.
Además, aunque lo fuera (complaciente, quiero decir) ¿quiénes somos nosotros para juzgar los comportamientos de una persona que vive en un país sometido a una férrea dictadura? ¿Qué Zhang Yimou, en algunos de sus films se muestra poco crítico con régimen chino? Pues sí, es muy probable, igual que denuncia ciertas cosas, otras veces parece que no es tan combativo, pero ¿qué queremos, que se autoinmole? Desde fuera se ve todo muy bien.
Lo que sí es la película es muy didáctica, si se quiere, quizá aprovechando que la cosa se ambienta en el mundo de la enseñanza. Interpretada de forma muy creíble por actores no profesionales, es un canto al esfuerzo y la constancia, a la lucha contra los elementos y todo un reconocimiento a quienes dan su vida por dejar un ápice de conocimiento en las inocentes mentes infantiles de quienes tienen la mala fortuna de crecer en un entorno pobre y nada propicio para el desarrollo de sus capacidades intelectuales. Una escuela en la que cada pedazo de tiza es un tesoro, así que las cajas con tizas de colores que reciben al final, son toda una parábola de la esperanza en un futuro menos cruel. Y la solidaridad, la de la gente anónima que conmovida por la historia de esta niña que han visto en televisión, hace aportaciones para enviar material a la escuela, pero también la que otorga la pobreza, ese ir todos a una para ayudar a quien lo necesita, a pesar de que esa persona sea el que nos ha estado incordiando hasta hace unos instantes, pero al que nos unen los vínculos de la santa hermandad de los desheredados.
Yimou no le vuelve la cara a la crítica social, al desamparo de estos pequeños que tienen dificultades para recibir el saber y hace un magnífico retrato de la confrontación entre lo rural y lo urbano aprovechando la visita a la urbe de la joven Wei en busca de su alumno.
Una película muy emotiva, en la que asistimos al cambio que va sufriendo la protagonista a la que, al principio mueve el interés económico, totalmente lícito, por otra parte, pero a la que, al final no impulsa si no la preocupación que siente por la situación de su alumno perdido en aquel inhóspito entorno urbano absolutamente deshumanizado, hostil y peligroso.
pues me la apunto a pesar de todos esos puntos un poco así que nos traes, como bien dices desde fuera es muy fácil juzgar y yo, al menos, no quiero que Zhang Yimou se autoinmole (había puesto autoinmune, lo que es el subconsciente, jejeje).
ResponderEliminarGracias por la info y feliz día.
Una linda película muy entrañable.
EliminarImagino que, como en el caso de los cineastas iraníes, no debe resultar tarea fácil lidiar con la censura de un Estado autoritario.
ResponderEliminarTiene que ser complicado y peligroso. Pensemos que sus películas, en ocasiones han tardado años en verse en China y que no le permitían viajar a Hollywood cuando estaba nominado a los Oscar, incluso se habla de presiones para que no le concedieran el premio.
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