Ernie Driscoll (John Payne) es un ex-boxeador que, tras perder la pelea por el campeonato, trabaja como taxista. Su monótona vida se ve alterada cuando se entera de que su esposa Pauline (Peggie Castle), que le desprecia y le culpa de su falta de estatus social, le engaña con un delincuente que acaba de apoderarse de una fortuna en diamantes. El gánster, Victor Rawlins (Brad Dexter), asesina a Pauline cuando ésta le resulta molesta para cerrar el negocio de cambiar diamantes por dinero. El cadáver de la mujer aparece en la parte de atrás del taxi de Driscoll, que sabe que es una trampa de Rawlins para presentarle como autor del asesinato. Ernie debe localizar a Rawlins antes de que abandone el país y de que la policía o los matones que persiguen a Rawlins, le pongan las manos encima.
Sin ser una gran película, ni mucho menos, el film tiene todos, o muchos, de los estereotipos del cine negro clásico y un protagonista que parece el colmo de las desdichas: Con el combate por el título en sus manos, un mal golpe le afecta al nervio óptico y, no solo pierde por decisión facultativa, sino que su carrera se acaba; para colmo de males, su esposa aspira a más y se lía con un bergante y, encima éste, cuando ve que la venta de diamantes se le complica porque el intermediario no quiere mujeres en el negocio, la liquida y le carga el muerto al pobre taxista.
El combate de boxeo que abre el film, se convierte así en toda una metáfora: Si en el ring, Driscoll está contra las cuerdas, contra las cuerdas está también en la vida misma.
A cambio, tiene el apoyo de Linda (Evelyn Keyes), una actriz que está tratando de triunfar en Broadway y de su antiguo entrenador y ahora jefe en la empresa de taxis, que dan por buena su versión y le ayudarán más allá de lo que amistad exige.
Como se ve, el argumento da para todos los líos y enredos que se quieran. ¿Que tiene alguna incongruencia? Pues tal vez, pero hay tantas películas en este tipo de cine que lo son, que no deja de resultar casi una más de las constantes del cine negro que, en ocasiones, sacrifica la verosimilitud en aras de la acción, la intriga y crear el ambiente adecuado.
Aparte del conseguido tono oscuro, más remarcado porque toda la acción transcurre de noche, algo que está muy bien tratado en la fotografía del film, tiene algunas escenas muy dignas, bien planificadas y realmente logradas: Cuando la amiga del protagonista está tratando de entretener al gánster y enciende su cigarrillo acercándolo al del otro que lo mantiene en la boca; las escenas de peleas, con algunos contrapicados realmente llamativos y, quizá el momento más logrado del film, cuando la actriz lleva a Driscoll al teatro so pretexto de que la ayude porque ha matado al empresario de la obra en que aspira a ser protagonista cuando intentaba propasarse con ella. Una escena con sorpresa, en que nos parece que Linda está sobreactuando, hasta que vemos lo que realmente sucede y no lo que la película nos ha hecho ver que sucedía hasta ese instante, un gran giro argumental, sin duda.
Como a todas las películas de su género, se le puede perdonar lo rebuscado de la trama si realmente logra crear una atmósfera de suspense.
ResponderEliminarEn algunos momentos lo consigue, en otros, no tanto.
EliminarCine negro típico...entonces hay que verla
ResponderEliminarPues sí, cine negro clásico.
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