MI PRIMO

 

Pierre (Vincent Lindon) es el consejero delegado de un gran grupo familiar en la industria del vino. Cuando está a punto de firmar el trato del siglo, debe resolver una última formalidad: lograr la firma de su primo Adrien (François Damiens) quien posee el 50% de la empresa. Éste es un soñador idealista algo gafe que, sin embargo, está muy feliz de reencontrarse con Pierre y solo quiere pasar tiempo con él y retrasar la firma. Pierre no tendrá otra elección que embarcarse con su primo en un turbulento viaje de negocios donde su paciencia será seriamente puesta a prueba.

La narración se apoya en las buenas interpretaciones de dos pesos pesados de la actual escena francesa, Vincent Lindon y el belga François Damiens, ya que el resto de personajes está al servicio de las actuaciones de los dos protagonistas, con más peso, si se quiere, de Alix Poisson, con un papel de algo mayor relevancia que los del resto de secundarios. 

La película tiene un buen nivel técnico, con el reconocido Guillaume Schiffman al frente de la fotografía que, si bien saca partido de las escenas de exteriores, quizá resulta más llamativa aún en las escena de interiores, con edificios modernos y de arquitectura luminosa.

Aunque presentada como comedia y con algunos tramos en los que te hace al menos sonreír sin tener que recurrir en ningún momento ni al sexo, ni a una sola palabra malsonante, es una película más reflexiva de lo que aparenta, con una crítica explícita a muchas de las situaciones que abundan en las sociedades modernas, en las que hay lugar para el mundo empresarial, pero también para las relaciones familiares y las dificultades que puede plantear la vida diaria en ambos ambientes. Es cierto que la resolución del film y su moraleja se antojan bastante previsibles, pero no deja por ello de resultar una película entrañable y con algunos buenos momentos.