Marianne (Noémie Merlant), una pintora, recibe un encargo de una condesa que consiste en realizar el retrato que enviará al hombre con el que pretende casar a su hija Héloïse (Adèle Haenel), una joven que acaba de dejar el convento y que tiene serias dudas respecto a su próximo matrimonio. El retrato debe hacerse sin que Héloïse lo sepa, por lo que Marianne debe observar a su modelo durante el día, para pintar en momentos en que esté sola. Las dos mujeres se vuelven más cercanas mientras comparten los últimos momentos de libertad de Héloïse antes de la inminente boda.
Escrita y dirigida por la francesa Céline Sciamma, la película se ambienta en la Francia de 1770 y trata de reivindicar el papel de la mujer en el mundo del arte (y por extensión en la sociedad en general), borrado u ocultado bajo seudónimos masculinos o presentando sus obras con el nombre de sus esposos o padres. Pero no solo la presencia de las propias artistas, sino también la de sus modelos que, según Sciamma, no se limitaban a un papel estático, sino que aconsejaban o sugerían a pintores y escultores sobre la realización de sus obras.
La realizadora francesa ha querido presentar otra cara del amor lésbico, en esta ocasión protagonizada por mujeres cultas e inteligentes, pero totalmente normales, por así decirlo, y si algo consigue es capturar la esencia de enamoramiento, algo tan etéreo como difícil de conseguir, todo ello en un film realmente bello, con muchas escenas que semejan obras pictóricas en que la composición, el entorno o la luz, cobran absoluto protagonismo.
Una historia de mujeres y sobre mujeres, realizada con delicadeza y encanto, con una estética que transmite belleza y sentimiento.
Una película realmente bella y sensible.
ResponderEliminarDe estética muy bonita.
EliminarPrimera incursión en el cine histórico de una directora cuya filmografía denota una firme militancia feminista.
ResponderEliminarAsí es.
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