lunes, 1 de abril de 2019

WENDY & LUCY

Wendy (Michelle Williams) atraviesa EE.UU. en su camino hacia Alaska para empezar a trabajar en una factoría de pescado. Lo hace en compañía de su perra Lucy. Todo transcurre con normalidad, hasta que, al atravesar el estado de Oregón, su viejo Honda Accord sufre una avería y ve su viaje interrumpido hasta que le digan si tiene arreglo.
Con apenas 500 dólares en su billetera, Wendy tiene miedo de que su viaje se vea truncado. Entra en un supermercado y roba unas latas de comida para perros, pero uno de los empleados la descubre y denuncian el caso a la policía. Wendy pasa media mañana en comisaría, es fichada y ha de pagar una multa de 50 dólares, pero lo que más le preocupa es que ha dejado a Lucy sola, atada a la puerta del supermercado.
Cuando la ponen en libertad, se dirige al lugar donde dejó a su perra, para descubrir que ha desaparecido.
Wendy se ve metida en una espiral de problemas que van minando su autoestima, su dinero va disminuyendo, tiene que pagar la factura del taller, ha de encontrar a Lucy y los acontecimientos, poco a poco, parece que la van desbordando.
El vigilante del lugar donde aparcó el automóvil la primera noche, se convierte en un inesperado apoyo, le deja el móvil para hacer llamadas, se preocupa por si alguien le da una pista sobre Lucy, le da un poco de dinero y, sobre todo, habla con ella.


El guión adapta un cuento de Jonathan Raymond titulado Train Choir que forma parte del libro de relatos Livability, publicado en 2008.
Es la segunda colaboración entre la realizadora Kelly Reichardt y el escritor y guionista Jonathan Raymond tras Old Joy, también basada en una obra de Raymond.


Desde la tercera escena, queda claro que el film lleva el sello del típico cine indie, lo digo sin ningún ánimo especial, ni a favor, ni en contra, pero notamos ya ese algo que diferencia a este tipo de películas.
Reichardt desarrolla un sencillo drama contado de manera natural y sin grandes sorpresas ni giros de guión, en el que destaca la actuación espontánea de Michelle Williams y las breves pero agradables aportaciones de Wally Dalton.
Quienes tengan perro y lo quieran de verdad, seguramente serán los que mejor entiendan la pequeña tragedia que acucia a Wendy que, al final, ha de tomar una decisión muy dura para ella.
Un film entrañable, hecho con mimo, con cuidado en los detalles y que ofrece al espectador la agradable sorpresa de ver una película sobre cosas reales, tangibles y cercanas, sin necesitar de nada más para ofrecernos un buen rato de cine.




2 comentarios:

  1. Sí, los que no tenemos perro hay actitudes que no llegamos a comprender. Supongo que pasará igual entre los que tienen hijos y los que no.

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