Rachel Biegler (Kathryn Hahn) y Richard Grimes (Paul Giamatti), son dos intelectuales ya entrados en los cuarenta, que viven en el East Village neoyorkino. Tienen un matrimonio bastante armónico que, a pesar de ello, entra en una crisis cada vez más profunda a medida que se agudiza su deseo de ser padres que acaba convirtiéndose en una verdadera obsesión.
El paso del tiempo, la infertilidad, las varias propuestas para probar diferentes tratamientos médicos, todos ellos carísimos y practicados por profesionales que no dudan en aprovecharse de la desesperación de sus pacientes en su afán de ser padres, las contradicciones y las inevitables decepciones posteriores a los tratamientos infructuosos.
Todas estas peripecias constituyen el argumento de la película que trata y describe la situación con inteligencia, profundidad y sensibilidad, sin dejarse llevar por la demagogia.
El film, sin perder en ningún momento su visión humanista de la situación, no tiene piedad alguna a la hora de describir el sistema de salud privado y las crecientes heridas que van sufriendo quienes deambulan por él.
La pareja se ve envuelta en un mundo poblado por horas y horas en salas de espera, reuniones con médicos oportunistas y manipuladores, junto a verdaderos maratones de pinchazos y pastillas.
Una búsqueda estresante de la paternidad que ocasiona desencuentros con amigos y familiares.
El film es tan minucioso y desgarrador que llega a tornarse incómodo, aunque jamás pierde su dimensión humana y se adereza con algunos toques de humor que lo convierte en una exploración llena de empatía sobre los sacrificios que es capaz de soportar una pareja en la búsqueda de ser padre y madre.
El humor del que hablábamos, que trata de suavizar un tanto el drama que vive la pareja, se torna en ocasiones sombrío, casi negro, ello, junto a la actitud de quienes rodean a la pareja, aunque alguno de sus amigos les apoya, otros se muestran poco comprensivos, cuando no crueles.
También se aborda, a través del personaje que interpreta muy bien Kayli Carter, el sacrificio que soportan las donantes de óvulos, algo no tan sencillo como sería extraer de su cuerpo esa semilla que, como dice ella, al final será desechada por el propio organismo, pues han de someterse a pruebas, test psicológicos, ingesta de fármacos, inyecciones...
Todo esto es pura actualidad, ya que la sociedad en que vivimos propicia que cada vez más parejas, lleguen a una edad en la que resulta problemática la concepción y sin embargo, algunas de ellas querrían ser padres.
El negocio montado alrededor de esto, el entorno que les rodea y la inasequible búsqueda del embarazo, son los asuntos sobre los que reflexiona esta interesante película.
¿La foto final del post es un spoiler? Si es así, nos has chafado la película. :)
ResponderEliminarNO, no lo es. Es la hija de los vecinos de arriba, disfrazada para Halloween.
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