lunes, 23 de febrero de 2015

LAS UVAS DE LA IRA

Tom Joad (Henry Fonda), acaba de salir de presidio tras obtener la libertad condicional. Tom asesinó a un hombre en una pelea después de haber recibido una puñalada, por ello fue condenado a siete años de cárcel, de los que ha cumplido cuatro.
Tom se encamina a casa de sus padres, pero al llegar a ella la encuentra abandonada.
Jim Casy (John Carradine), un expredicador al que conoce de su niñez, le acompaña hasta la casa de su tío, donde según un vecino, se ha trasladado la familia de Tom. Al parecer, todos los granjeros se han visto expulsados de las tierra que tenían en arriendo, la persistencia del conocido como Dust Bowl, el viento de arena, ha ido echando a perder una cosecha tras otra durante los últimos años y los propietarios de las fincas (en última instancia los bancos), han ido ejecutando las órdenes de desahucio contra los colonos.
Cuando Tom llega a casa de su tío, la familia Joad al completo, se prepara para marchar a la mañana siguiente en dirección a California, en un folleto que se ha repartido por las fincas, se ofrece trabajo para peones agrícolas en la recogida de la fruta.
Con un viejo camión atestado de enseres y en el que las personas se colocan como pueden, emprenden el penoso camino hacia el oeste por la ruta 66.


Apenas han recorrido unos cuantos kilómetros, el abuelo Joad, que no quería abandonar su casa, muere y es enterrado a la orilla del camino y justo antes de llegar a su destino, fallece la abuela, que correrá la misma suerte que su marido.
Durante el trayecto, se encuentran con que cientos de familias albergan la misma ilusión que ellos y en la carretera hay verdaderas caravanas de vehículos como el suyo.
La tierra prometida que esperan encontrar, no será tal cual imaginan.


Nunnally Johnson escribió el guión del film adaptando la magnífica novela del mismo título de John Steinbeck, que le había valido el Pulitzer. Algunas cosas están alteradas y el final totalmente cambiado, de hecho, en la novela de Steinbeck, se abre una puerta a la esperanza basada en la solidaridad entre las personas, mientras que el film deja un final abierto y si alguna esperanza propone, parece más basada en el individuo.
A pesar de lo dicho, estamos ante una buena adaptación, la mejor prueba es que Steinbeck se mostró de acuerdo con ella y además, adquirió una especie de devoción por la interpretación de Henry Fonda que, a su juicio, transmitía perfectamente lo que el Premio Nobel quiso reflejar en ese personaje.


Con la consabida maestría, John Ford (el que sólo sabe hacer westerns, ¡ja!) nos acerca esta historia amarga que refleja la desventura de miles de personas desplazadas de su hogar en lo que fue la mayor emigración interior en la historia de los EE.UU.
Bien fotografiada por Gregg Toland, en su primera colaboración con Ford, con algunos planos realmente espléndidos y complementada con la partitura de otro maestro, Alfred Newman. El film obtuvo dos Oscar de las siete nominaciones que tenía (mejor director y actriz secundaria para Jane Darwell). Otra de las cosas que me ha impactado del film es la iluminación, sensacional a la hora de resaltar los rostros y en la que las sombras llegan a tener tanto interés como las imágenes directas.


Con soberbias interpretaciones, un Henry Fonda en el que sería el papel de su vida, que él ya intuía y se plegó por ello a las exigencias de la productora y uno secundarios que lo bordan, empezando por la propia Jane Darwell y John Carradine y siguiendo por cualquiera de los demás.
Para mí, esta película es la de los rostros, unos primeros planos maravillosos en los que la conjunción realizador/intérprete/fotógrafo, alcanza un clímax que resulta imprescindible para lograr los resultados obtenidos. Las caras de los actores van relatando la historia, quizá eso y el camión cargado hasta arriba, renqueando por las carreteras, son los recuerdos imperecederos de la parte visual.


Film comprometido, como la novela, que tendría consecuencias en el devenir de Steinbeck y Ford, investigados por el Congreso como parte de la "Amenaza Roja", la verdad es que nada inventa. El productor, Darryl F. Zanuck, investigó lo que ocurría en los campamentos de inmigrantes para ver si John Steinbeck había exagerado acerca de la miseria y el trato injusto infligido allí, para acabar descubriendo que, en todo caso, había minimizado lo que en realidad ocurría.
La película fue como una bofetada a ciertas conciencias y sufrió boicots desde los más variados lugares y entidades.
Un asunto, el de la voracidad del capitalismo salvaje, carente de sentimientos, que desgraciadamente cobra vigencia en nuestros días por todo lo que estamos viendo alrededor nuestro. Como vuelven a estar vigentes las palabras de Steinbeck al hablar de lo que quiso transmitir con su novela:
Quiero colocarles la etiqueta de la vergüenza a los codiciosos cabrones que han causado esto.




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