Cuando la desesperación de la gente llega a un límite, el más pequeño incidente puede precipitar la caída de un régimen, ese es el asunto central de esta novela que se puede considerar fruto maduro del esperpento. Escrita cuando ya Valle tenía 60 años y había ensayado y practicado todos los rasgos esperpénticos, alumbró esta obra, desde el punto de vista literario, de una gran perfección. Describe la figura del dictador Santos Banderas y en ella han visto muchos, el precedente de otras novelas españolas e hispanoamericanas: "Señor Presidente" (Miguel Ángel Asturias), "El recurso del método" (Alejo Carpentier) , "El Otoño del Patriarca" (Gabriel García Márquez), "La fiesta del chivo" (Mario Vargas Llosa), "Yo, el supremo" (Augusto Roa Bastos) o la obra del español Francisco Umbral "Leyenda del César visionario".
Filomeno Cuevas, criollo ranchero, arma a sus peonadas y las organiza para luchar contra Santos Banderas, Presidente de la República de Tierra Firme. La insurrección de los criollos se debe al descontento existente en el pueblo contra el gobierno de Tirano Banderas que se mantiene en el poder en medio de un régimen de terror. En la revolución participan: los indios, algunos criollos, un grupo de intelectuales y algunos militares, entre ellos el Coronel Domiciano de la Gándara, compadre de Santos Banderas.
En muchos de sus pasajes y en su argumentación general, se observa en el iconoclasta Valle un lenguaje en el que resuenan los ecos de ciertos movimientos muy actuales (léase bolivarianos y otros afines), vean este párrafo: "Las antiguas colonias españolas, para volver a la ruta de su destino histórico, habrán de escuchar las voces de las civilizaciones originarias de América. Sólo así dejaremos algún día de ser una colonia espiritual del Viejo Continente. El Catolicismo y las corruptelas jurídicas cimentan toda la obra civilizadora de la latinidad en nuestra América [...] grilletes que nos mediatizan a una civilización en descrédito, egoísta y mendaz. Pero si renegamos de esta abyección jurídico religiosa, sea para forjar un nuevo vínculo, donde revivan nuestras tradiciones de comunismo milenario, en un futuro pleno de solidaridad humana...".
Es indudable la maestría de Valle en el uso del lenguaje, incluso de multitud de giros autóctonos, que domina a la perfección, cuando hace hablar a criollos e indígenas. El arte del autor español es incuestionable y ésta es tenida por una de sus mejores novelas, aunque muchos reclaman una lectura cuidadosa y trasparente de la obra, sin dejarse llevar por los sustratos ideológicos latentes bajo la fastuosa imaginería que exhibe el genial artista , por la repetición de clichés pro-socialistas o pro-liberales, pro-indigenistas y, en todo caso, anti-occidentales.
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