jueves, 12 de febrero de 2015

HISTORIA UNIVERSAL BAJO LA REPÚBLICA ROMANA

Polibio de Megalópolis fue un historiador griego que había llegado a Roma muy joven en calidad de rehén y que se imbuyó de la cultura romana, si bien siempre conservó esa especie de sello de distinción que otorgaba la formación helenística.
Refleja acontecimientos desde el 264 a.C. al 146 a.C., que corresponde a grandes rasgos con el enfrentamiento entre Roma y Cartago.
En algunas de las cosas que relata, Polibio habla con cierto conocimiento cercano, ya que acompañó a Publio Cornelio Escipión Emiliano (de quien había sido tutor) en sus viajes y campañas: la tercera guerra púnica en África, las guerras celtibéricas en Hispania...
La Historia de Polibio es la historia del dominio romano sobre el Mediterráneo que el autor griego considera como definitiva, ya que presupone que durará a través de los tiempos, en tanto las potencias hegemónicas precedentes, no consiguieron ni tanta extensión en sus dominios, ni imponerlo a lo largo de los años a los pueblos conquistados.
Polibio cree que en buena parte, los logros de Roma se cimientan en su sistema político que ha logrado superar, a su juicio, el ciclo en el que, hasta el momento, se veían encerrados los pueblos más avanzados, que vendría a ser, más o menos, el siguiente: Una catástrofe provoca la concentración del poder en un personaje destacado (monarquía), pero algún sucesor abusa de su poder (tiranía), lo que provoca que los nobles le expulsen (aristocracia); los excesos que cometerán sus descendientes (oligarquía) llevará al pueblo a derrocarles (democracia), pero su corrupción (oclocracia) sólo podrá ser combatida por medio de un personaje providencial... Y la historia vuelve a empezar. Roma, sin embargo, al entender de Polibio, ha logrado crear un modelo superador de los cíclos, al aunar los aspectos positivos de cada uno de ellos.
A diferencia de otros escritores de la historia, que se centran en acontecimientos más concretos (las guerras médicas y las guerras del Peloponeso: griegos contra bárbaros y griegos contra griegos), Polibio persigue una visión de conjunto, para lo cual, en ocasiones se remonta a las relaciones (buenas o malas) que han mantenido entre sí los distintos pueblos, para explicar los acontecimientos posteriores y que el lector pueda tener un juicio más claro de por qué se embarcan en una guerra o firman una alianza con tal o cual otro.
Desgraciadamente no conservamos íntegra esta obra capital para la historiografía. De los cuarenta libros que la componían, lo están los cinco o seis primeros. De los restantes conservamos fragmentos y citas de otros autores, lo suficientemente abundantes y extensas como para que se haya podido recomponerlo de forma abreviada.
Reproduzco un párrafo contenido en el capítulo V del libro Decimoquinto , porque demuestra hasta qué punto, a pesar de la evolución de las culturas en estos dos mil últimos años, la especie humana sigue estancada en situaciones y circunstancias que Polibio reflejaba hace tanto tiempo, pero que son plenamente actuales y que podrían pasar como un juicio de valor expresado por cualquier pensador en el periódico que acabamos de leer esta mañana:

Porque honrar a los malos con las dignidades, y castigar a los buenos que se oponen a que aquellos repartan entre sí las fortunas de los demás, esto es, digámoslo así, traerse a casa voluntariamente las desdichas, en las cuales, a pesar estarse viendo incurrir a otros a cada paso, con todo, sin saber cómo, el hombre no puede abstenerse de semejante imprudencia; ¿qué digo abstenerse? ni aun es fácil hacerle entrar en la menor desconfianza,cosa que hacen algunos irracionales. Porque entre éstos, no sólo el haberse hallado ellos en un inminente riesgo, como defenderse de un cebo o desenredarse de un lazo, sino el haber visto a otro en peligro, basta para no acercarse ya con facilidad a semejante sitio, para tener aquel lugar por sospechoso y para desconfiar de cuanto se les presenta a la vista.
Pero el hombre, por el contrario, aunque oiga, aunque vea que las repúblicas se pierden por la mala elección de jefes; con todo, no bien se le presenta la lisonjera esperanza de engrandecerse con perjuicio de otro, cuando sin más reparo ni precaución se lanza al cebo; no obstante que sabe ciertamente que de cuantos han tragado semejantes añagazas ninguno ha escapado, y que semejante política ha ocasionado sin excepción la ruina de cuantos la han seguido.



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