miércoles, 12 de enero de 2011

TESTIGO DE CARGO

Con este film empieza una especie de época dorada de Wilder, en la que se concentran algunas de sus pelis más renombradas y, al tiempo, más exitosas. Hay, por supuesto, otros films que no van a la zaga de estos, incluso para algunos, serán mejores, pero están salpicados a lo largo de su amplia obra.
Con toda esta introducción, dejando claro que estamos ante una gran película, con gran renombre y todos los etcéteras que se le quieran añadir, no es de mis films predilectos, aunque suene a blasfemia. Qué se la va a hacer, cada cual tiene sus gustos y sus simpatías.
Hay cosas en la peli que no me acaban de llenar, es como si tuviese fases, eso que llamamos altibajos y transcurriese por sendas que van de lo genial a lo vulgar o, cuando menos a lo normalito.
Sabéis qué pasa, que como la peli tiene ese aureola de obra maestra, uno espera ver el no va más.


A la película la sustentan sobre todo, dos pilares: Unos diálogos que, en ciertas fases, son geniales y Sir Charles Laughton.


Uno paga con gusto por ver a este tipo orondo y maravilloso.
Con un par de cambios de expresiones, sabe decir más que con cualquier frase. ¡Qué dominio de la escena!
Todo un lujo para cualquier director, uno no llega nunca a saber si es que el papel le va que ni pintado o es que él es tan bueno que hace que parezca que el papel ha sido hecho para él, porque hace bueno cualquier personaje que le entreguen


Encima, Wilder y Kurnitz ( los autores del guión), tuvieron la idea de introducir un personaje que no está en la novela de Agatha Christie, la enfermera que interpreta Elsa Lanchester, esposa de Laughton en la vida real (no sé si esto tendría que ver con la complicidad entre ambos) y cuya relación en el film suscita algunos de los momentos más divertidos y da pie a varios diálogos geniales.
Ambos obtuvieron sendas nominaciones a los Oscars de ese año.


Una magnífica película, con buenas interpretaciones, sobre todo de Marlene Dietrich y sobresaliente de Charles Laughton.
Un guión con diálogos brillantes, aunque con algunas truculencias que lo hacen poco creíble y un desenlace que se ha convertido en mítico, aunque a mí (debo ser rarito), me resulta bastante forzado.



4 comentarios:

  1. A mí sí me gustó este Hitchcock de Wilder. Me acuerdo de la prueba del anteojo, que le hace Laughton a Tyron Power y luego a Marlene (ella se la estropea creo recordar, no sé si cerrando la cortina o algo así).

    Veo que me he perdido estos días unas cuantas entradas de Wilder. Uno de los grandes, sin duda.

    Saludos!

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  2. Eso si son peliculas, amigo Trece y no los bodrios que producen nuestros titiriteros.
    Y encima nos obligan a contribuir, ya que, sobretodo desde que llegó la Sinde, no hacen más que concederles subvenciones con el dinero de todos los españoles.
    Saludos

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  3. La prueba del monóculo la recuerdas bien.
    A mi me encantó una en la que Laughton, sube y baja la escalera en una especie de silla-ascensor que le han puesto. Una tontadica (con todo respeto) de esas tan "wilderianas", en la que Laugthon está como un niño pequeño con un juguete nuevo.

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  4. Lo malo, José Luis, no son las subvenciones en sí, lo peor son los criterios para concederlas.

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