martes, 4 de enero de 2011

SABRINA

Hay ocasiones en las que se producen conjunciones planetarias auténticas y no esa de Obama y ZP que se ha quedado más bien en conjunción de canicas ante el abismo y si ha de caer alguna, ya sabemos cual es.
En fin, volviendo a lo nuestro, lo de las conjunciones planetarias verdaderas (siempre como símil, claro) y no inventadas, en este caso se produce con la reunión de un gran guión, un maravilloso cuadro de actores y una dirección que sabe definir los caracteres y aunar todos estos ases para ganarnos la partida incluso a los más reacios.
No porque dudemos de Wilder, ni de los actores, pero enfrentarse a una comedia romántica de lo más clásico entre los clásicos, con un argumento tan manido como es el de Cenicienta y donde la mayor novedad consiste en introducir un triángulo amoroso, convedréis conmigo en que es para tomar todas las prevenciones del mundo.


Y por eso mismo, porque parece mentira que de estos mimbres pueda salir tan maravillosa cesta, es por lo que al acabar la peli hacemos reverencias a todos estos genios que han sabido hacer de un montón de tópicos, una peli que sin ser una de las mejores de Wilder es, sin duda, una gran película.


Mira que no hay ni un sólo elemento de tensión, que todo es amable, sin sobresaltos, con un argumento que cuando se mete con alguien o con algo lo hace con ingenio, incluso con suavidad, no hay enfrentamientos graves, ni críticas ácidas y sin embargo todo ese almibar que rezuma no empalaga, la dulzura, en este caso, es todo un placer para nuestro paladar de espectadores.


Vaya tres actores que se reunen a la cabeza del reparto. El elegante y guapo William Holden; el frío y magnético Humphrey Bogart y la encantadora y glamourosa Audrey Hepburn. En lenguaje taurino, cartel de lujo, con todos los ingredientes para una tarde de apoteósis. Y los es, el duelo entre los dos protagonistas masculinos, es todo un lujo y la presencia de la Hepburn arrebatadora, cada sonrisa suya en pantalla, justifica por sí sóla la visión del film. Y si encima lo hace bien y nos canta "La vie en rose" sentada en el coche al lado de Bogart...


Aquí se descubieron mutuamente Audrey Hepburn y Hubert de Givenchy, pues aunque el vestuario (que ganó un óscar), estuvo bajo la supervisión de la mítica Edith Head, el de Audrey lo realizó Givenchy, quien al ser llamado para encargarse del vestuario de Miss Hepburn, creyó que se trataba de Katharine y al enterarse de que era Audrey, en un principio se negó rotundamente para después rectificar y comenzar una amistad que duraría el resto de sus vidas y para que Audrey se convirtiera en su musa durante cuarenta años llegando a crear una fragancia inspirada en ella, L’interdit de Givenchy.
Una lección de cómo se hace una comedia romántica a la que si hay que definir con una palabra, elegiría "Elegante".



5 comentarios:

  1. Aun no he visto esta peli, vi hace poco la de desayuno con diamentes y me decepcionó por la gran expectación que tenia hacia ella, cosa que no me ocurrió con "Gilda".

    A ver si cuando vea esta no me pasa igual. Buen comentario, como siempre ;)

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  2. "Desayuno...", es Audrey (que no es poco) y la canción "Moon River" (mítica). La peli en sí a mí nunca me ha gustado, pero se ha convertido en una especie de icono. Esta (Sabrina) es una delicia de interpretaciones, de diálogos y tiene sus momentos de humor, hace una crítica-parodia de los cursos de cocina muy divertida.

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  3. De esta Sabrina, enamorado eternamente. No asi de las secuelas o "remakes" posteriores. Glamour por los cuatro costado. ¡Ay Sabrina, Sabrina...Je t'aime,

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  4. pues la veré en cuanto pueda, aunque de momento le tengo más cariño a Marilyn

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  5. Es que esta Sabrina Hepburn enamora a cualquiera.

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