lunes, 30 de mayo de 2016

RÉQUIEM POR UN CAMPESINO ESPAÑOL

Réquiem por un campesino español transcurre en una aldea pequeña de Huesca, durante unos pocos minutos, los previos a la misa de réquiem que el sacerdote Mosén Millán (Antonio Ferrandis) quiere ofrecer por Paco el del Molino (Antonio Banderas), joven ejecutado un año antes por las tropas franquistas recién concluída la Guerra Civil. Mientras espera a que los feligreses acudan, el sacerdote recuerda el nacimiento del niño y su bautizo, su juventud, y lo bien que se llevaban cuando él era monaguillo. Recuerda también aquella visita que realizaron juntos a las casas de las cuevas, cuando Paco conoció la verdadera pobreza.
El guión se basa en la obra del mismo título de Ramón J. Sender, publicada por primera vez en México en 1953 con el título de Mosén Millán. El nuevo título, que contó con la aprobación del autor, es el de la edición que apareció en Estados Unidos en 1960. No sería el último problema que tendría con el nombre esta parábola precisa, intensa y estremecedora sobre la Guerra Civil, ambientada en una aldea “cerca de la raya de Lérida”, donde “los campesinos usaban a veces palabras catalanas”, pero de eso hablaré al final.
Mosén Millán vive atormentado por la culpa. Acabó traicionando a Paco, convirtiéndose en cómplice pasivo de su muerte al revelar el paradero del joven a los asesinos y conseguir que se entregara, ante la promesa, incumplida, de que respetarían su vida.


El film critica duramente a los poderosos, representados por los tres ricos del pueblo, responsables de la muerte de Paco y que son los únicos asistentes en su misa de réquiem; y a la Iglesia, personificada por Mosén Millán.
Con un reparto de gran nivel (Además de los mencionado Banderas y Ferrandis, Fernando Fernán Gómez, Terele Pávez, Simón Andreu, Paco Algora, Mª Luisa San José, Ana Gracia,  Antonio Iranzo, Emilio Gutiérrez Caba o Conrado Sanmartín, e incluso José Antonio Labordeta haciendo de pregonero), el film no acaba de alcanzar el nivel de la novela, seguramente la mejor de su autor, cuyo traslado a la gran pantalla se había contemplado desde hacía tiempo. El propio Sender había dejado instrucciones precisas sobre algunos aspectos, con la intención de facilitar el traslado a guión cinematográfico.
Es de destacar el retrato de costumbres que hace, recogiendo los avatares de un pueblo que podría ser cualquiera del interior español de la época, desde las costumbres cotidianas, hasta las celebraciones religiosas o profanas, pasando por las relaciones sociales o las diferencias entre unos estamentos y otros. En ese aspecto es un documento sociológico muy logrado.
Vamos con la anécdota sobre el título de la que os dije que hablaría al final: El filme contaba con una subvención del Ministerio de Cultura (de veintiocho millones de pesetas, el 40% del presupuesto); la televisión pública catalana, TV-3, compró los derechos de antena por dieciocho millones de pesetas. La película va a ser presentada en el Festival de Venecia, pero al parecer los responsables de la televisión catalana (que siempre negaron ser ellos los impulsores de esta propuesta), sugieren que el título pierda la última palabra, ante lo que la directora general del Instituto Nacional de Cinematografía, a la sazón Pilar Miró, anuncia que Réquiem por un campesino español no recibiría ayudas estatales para su presentación oficial en el festival si los productores cambiaban el título eliminando la palabra español. Al final, el título quedó tal cual, no sin antes haber tenido que escuchar al realizador responsabilizarse del intento de cambio de título con argumentos, como mínimo, peculiares: recordaba que La familia de Pascual Duarte había pasado al cine como Pascual Duarte y nadie había protestado. También explicaba: “Me pareció reiterativo poner el título completo. Todo el mundo sabe que el filme está hecho aquí, que la acción ocurre en España y que los actores y el equipo técnico son españoles”.



2 comentarios:

  1. Novela de las que se recuerdan siempre por ser una trama sencilla y un trasfondo social brutal.
    La leí hace muchísimos años y me confirmó la enorme talla intelectual de Ramón José SENDER.

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