lunes, 23 de mayo de 2016

EL PUENTE DE LOS ESPÍAS

En 1957, el abogado James B. Donovan (Tom Hanks) especializado en asuntos de seguros en un prestigioso bufete de abogados del que es socio, es requerido para defender a  Rudolf Abel (Mark Rylance), acusado de espiar para los soviéticos con abrumadoras pruebas en contra, pero el gobierno está muy interesado en dar la imagen de que en EE.UU., todo el mundo tiene derecho a un juicio con garantías procesales. Es una tarea poco envidiable en muchos aspectos. Donovan no ha ejercido el derecho penal desde que era fiscal en los juicios de Núremberg después de la Segunda Guerra Mundial. Además, el estado de ánimo fuertemente anticomunista del momento hace que el resultado del juicio esté cantado y que además, Donovan y su familia van a tener que soportar una despiadada crítica social. Abel es declarado culpable, pero Donovan convence al juez para sentenciarlo a prisión, en lugar de ejecutarlo, ya que en algún momento del futuro puede ser intercambiado por un estadounidense acusado de espionaje por los soviéticos. Esta situación se presenta en 1960, cuando el piloto Francis Gary Powers (Austin Stowell) es derribado sobre territorio soviético y hecho prisionero. Donovan es reclutado de nuevo para actuar como intermediario y negociar el canje, lo que le obliga a viajar a Berlín Oriental en los días en que se acaba de construir el nuevo muro que separa los dos sectores de la antigua capital alemana.


Una de las críticas más reiteradas, sobre todo de los aficionados, hacia el último fim de Spielberg, es ese afán de los norteamericanos de presentarse como los adalides de la democracia, vamos, los buenos y, al tiempo, hacernos ver que los malos, son siempre otros.
No voy a negar que el espectador siente que se le está transmitiendo este mensaje, pero no es menos cierto que, frente a las imágenes que nos presentan el estado policial y de terror que se vive en el Berlín Oriental, también se pinta la tremenda intolerancia, fruto en ocasiones del miedo, pero en otros de la propaganda interesada, hacia todo lo que venga del Este que se vive en la sociedad americana. Así pues la película, no hace sino representar lo que ocurría a finales de los 50 en el mundo occidental.


De hecho, la sensación que a mí me ha dejado es que es una película moderna, con los innegables valores técnicos que Spielberg imprime a sus productos, pero rodada, de forma consciente, claro, como si fuera un film de aquella época.
Estupendo el carisma que transmite en su actuación Hanks y muy buena la interpretación sobria, fría y por momentos, casi ausente, de Mark Rylance que le valió un merecido Oscar.
En el plano técnico, ya queda dicho, es habitual en Spielberg presentar productos bien acabados y no es una excepción esta película, estupendamente documentada y con una ambientación que cuida cada detalle, una prueba de ello es la escena del final del juicio, cuando los protagonistas van pisando las cápsulas usadas de los flashes, eso es un detalle de buscar la perfección casi de forma obsesiva.


A mí la película en general no me ha parecido ninguna maravilla, quizá lo mejor es el comienzo, hasta la detención del espía y la parte, casi documental, que retrata la construcción del muro y sus consecuencias. El resto, no me extraña que a algunos se les haya hecho incluso aburrido y, desde luego, pienso que deberían haber cortado bastante la duración, porque se hace larga.
Voy a acabar con una anécdota ocurrida durante el rodaje:
Hay una escena, tras el tiroteo que sufre la casa de la familia Donovan, en que un agente uniformado le recrimina al abogado que esté defendiendo a un enemigo de la democracia, poniéndose incluso violento y agresivo y su argumento principal es: "Yo estuve en Omaha, participé en la tercera oleada".
Al parecer, al acabar la escena, Spielberg le dijo en tono de broma a Tom Hanks: Le deberías haber replicado, "¿Ah, sí?, yo estuve en la primera oleada"
Una referencia a Salvar al soldado Ryan, en la que Spielberg y Hanks trabajaron juntos.




8 comentarios:

  1. A mí me ha gustado mucho.

    Por otra parte en el cine americano, al menos en estos tiempos hay mucho de autocrítica así que quizás eso fuera más acorde en tiempos pretéritos y debido al contexto de la reciente Guerra Mundial o a la misma Guerra Fría de la que se habla en la película donde por cierto el espía soviético es una persona agradabilísima.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. El espía es un tipo peculiar y carismático y muy bien interpretado.

      Eliminar
  2. No he visto la película, pero me encanta la anécdota que narras al final. No hay que olvidar que estos dos grandes nos han dado un gran material sobre la Segunda Guerra Mundial

    ResponderEliminar
  3. La tengo entre las pendientes de ver, seguramente será interesante por la historia, algo que Spielberg suele cuidar.

    En cuanto a la crítica de buenos y malos, las cosas son como son no como nos las quieren vender y para nosotros los USA son los menos malos.... por aquello de que realmente defendían la democracia por todos los medios, y aquí es donde suelen patinar. Hablando de historia hay que huir de buenos y malos, como mucho se puede llegar a dividir entre más y menos malos.

    Si nos hemos de quejar de esto, podríamos empezar por coger cualquier película histórica y darle la vuelta a casi todas, porque siempre hablan de buenos y malos, y en muchas pintan como buenos a los que realmente eran los peores.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Creo que es interesante, aunque no sea de lo mejor de Spielberg, sin duda está magníficamente realizada.

      Eliminar
  4. Cuánto agradezco tu extenso comentario con sus pros y contras. Pero si a ver vamos, así como lo dices, la suma argebráica me da positivo y ahora solo me queda buscar la película

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Si la hubieran recortado algunos minutos, creo que habría quedado mejor.

      Eliminar