SOLO LAS BESTIAS

 

Una mujer ha desaparecido. Tras una tormenta de nieve, su coche aparece en la carretera que sube a una meseta donde se sitúan unas pocas granjas aisladas. Aunque los gendarmes no tienen pistas, hay cinco personas que saben están relacionadas con la desaparición. Todos tienen sus secretos, pero nadie sospecha que toda la historia comenzó lejos de esta montaña azotada por los vientos del invierno, en otro continente donde el sol pega fuerte y donde la pobreza dicta sus leyes.

El guion adapta la novela del mismo título del francés Colin Niel. Es una especie de puzzle cuyas piezas van encajando hasta que, al final, el espectador tiene una visión de cómo cada relato tiene su encaje en la historia, en la que los personajes, sin saberlo, están interrelacionados.

Es cierto que se puede achacar al guion hacer uso, en alguna ocasión, de alguna pequeña trampa para meter una nueva historia, un nuevo personaje o ambas cosas, de forma un tanto inexplicable, a pesar de lo cual no puede negarse que está bastante trabajado. 

De fondo a la trama principal, que no es sino un relato de intriga y de historias entrecruzadas, hay una cierta crítica a la situación de pobreza de los países africanos y las escasas perspectivas de futuro que los jóvenes tienen en ellos y también una reflexión sobre la soledad y la incomunicación en nuestras sociedades occidentales que dan lugar a curiosas actitudes. 

Aunque en determinado momento ya sabemos, más o menos, de qué va aquello y cómo va continuar, la historia resulta atractiva y consigue atrapar al espectador, sobre todo por ir descubriendo cómo el film entrelaza las historias que lo componen.