Josefina Rodríguez, que a la muerte de su marido, Ignacio Aldecoa, en 1969, tomó el apellido de él y conservó la R de Rodríguez, para sus obras literarias, decía de sí misma que fue maestra por vocación y escritora por accidente.
Su labor literaria quedó relegada cuando fundó, en 1959, en Madrid, el colegio Estilo, una escuela inspirada en la Institución Libre de Eseñanza que, desde entonces, ocupó todo su tiempo.
Aparte de un par de publicaciones, nada salido de su pluma llegó a la imprenta hasta la década de los 80.
Esta novela es de 1990 y en ella vuelca sus propios recuerdos y experiencias como maestra a través de Gabriela, la protagonista, una maestra proveniente de familia de clase media baja que supone todo un recorrido por la España de los años 20 y 30, hasta la Guerra Civil.
Algunos momentos importantes de la vida de Gabriela, los hace coincidir la autora con hechos relevantes de la propia Historia de España.
Así el día que Gabriela sale de la Escuela Normal de Oviedo tras recoger las notas de los últimos exámenes, aprobados y que le darán derecho al título de Maestra Nacional, contempla el paso de un cortejo nupcial. La novia parece un poco triste o, al menos, no del todo feliz y el novio, un joven en uniforme militar, tiene la mirada en algún punto indeterminado de la lejanía. Al leer la breve nota que publican los periódicos del siguiente día sobre el enlace, encuentra dos nombres que no le dicen nada: Carmen Polo Martínes Valdés y el teniente coronel Francisco Franco, han contraído matrimonio el 16 de octubre de 1923 en la Iglesia de San Juan de Oviedo.
Su hija Juana llega al mundo el 14 de abril de 1931 y el día que fallece su padre, es el 18 de julio de 1936.
Los recuerdos de Gabriela nos llevan a conocer la vida de aquella España atrasada y llena de atavismos que ella conoció por sus destinos en un pueblo aislado de las montañas del Norte, en la Guinea Española más tarde, hasta que contrae unas fiebres que la traen de nuevo a la Península, donde contrae matrimonio con otro maestro, Ezequiel, que ejerce la docencia en un pueblo montañés próximo al que ella está destinada y juntos se trasladan a una zona minera, donde conocen, sufren y, sobre todo Ezequiel, participa de las frustraciones y anhelos de mejora de los mineros hasta que llega la República, plagada de esperanzas por su programa de mejora de la enseñanza, esperanza que se verá frustrada, pues la mayoría de las cosas quedan en agua de borrajas.
Así hasta el estallido de la Guerra y la tragedia con que la familia pagará las consecuencias de sus ideas renovadoras y progresistas.
Una novela muy interesante, no solo por su recorrido por los acontecimientos trascendentales en nuestra reciente historia, sino por el retrato que hace de pueblos y gentes anónimas de la montaña leonesa. Campesinos, mineros, sacerdotes, humildes comerciantes, señores rurales y otras gentes, van desfilando por la novela ofreciendo un testimonio de primera mano de lo que era la España de entonces en tierras de Castilla, de León y por extensión en tantos otros lugares de la geografía nacional que, con sus peculiaridades, no se diferenciarían tanto de aquellos en los que la lucha por la supervivencia diaria, los fríos y calores, las calamidades, la falta de medios y la ignorancia suponían el día a día de su humilde existencia.
Esta novela, me ha hecho revivir mi infancia y mi paso por una escuela rural de un pueblecito de León, regentada por una maestra muy parecida a Josefina. Acababa de terminar la guerra, y el retrato que hace del ambiente que se vivía entonces en aquellos pueblos, está esplendorosamente reflejado en esta novela
ResponderEliminarLa novela está muy bien escrita y creo que se nota que Josefina refleja experiencias propias en la novela.
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