lunes, 5 de diciembre de 2016

CADENA PERPETUA

Andy Dufresne (Tim Robbins), vicepresidente de un importante banco en Portland, Maine, es detenido y acusado del asesinato de su esposa y del amante de esta.
Aunque Dufresne asegura que es inocente y que tiró la pistola al río sin haber efectuado un solo disparo, todas las evidencias le señalan como culpable: Tenía un móvil (la infidelidad de su esposa) y la policía encontró, frente a la casa del amante, donde se produjo el doble asesinato, casquillos de bala con las huellas del acusado, una botella de licor, también con las huellas de Dufresne y las marcas de los neumáticos de su automóvil y de sus zapatos. En el juicio es condenado a dos cadenas perpetuas, una por cada uno de los homicidios.
Durante su estancia en presidio, Dufresne habrá de recurrir a toda su fortaleza interior para soportar el clima existente, mientras su anterior trabajo en la vida civil le reporta cierta cercanía interesada con el alcaide, quien le encarga de llevar las cuentas de sus turbios negocios, aunque sigue tratándole con desprecio. Dufresne no deja de pensar en la manera de escapar.
Basada en un relato de Stephen King, Rita Hayworth y la redención de Shawshank, que a su vez formaba parte de una colección de cuatro historias titulada Las cuatro estaciones publicada 1982.
La película es uno de esos raros casos en los que el tiempo hace justicia, pues en su momento fue un fracaso en taquilla. Empezó a remontar cuando los Oscar de aquel año presentaron en sus candidaturas esta casi desconocida película y, de repente, la gente comenzó a descubrir la joya que no habían sabido apreciar.


Con un apabullante duelo de interpretaciones entre Robbins y Morgan Freeman, que logran dos excelentes trabajos, unos diálogos magistrales, como lo es la narración de Freeman, que no se hace pesada a pesar de lo reiterado del recurso a la voz en off y algunas escenas realmente inolvidables. El tiempo, como decimos, ha situado este film en el puesto que se merece, siendo considerado hoy día como uno de los mejores dramas carcelarios de todos los tiempos, una película que, a pesar de la dureza de algunas de sus escenas, se revela como todo un canto a la amistad, a la lealtad, al amor, en el sentido más puro del término, entre dos hombres que aprenderán y tomarán fuerzas uno del otro para seguir su lucha en pos de una esperanza que se antoja imposible.
De esos films que no te cansas de ver, realmente bien construído con ese crescendo a lo largo de narración que remata en uno de los finales más conseguidos que yo haya visto, y no me refiero sólo al emotivo reencuentro de los dos hombres en la playa de Zihutanejo. sino a toda la media hora final, en la que va encajando cada pieza y nos relata de manera sensacional la fuga del protagonista.
Una anécdota para finalizar, Stephen King, vendió a su amigo Frank Darabont los derechos sobre el relato que da origen al film por 5.000 dólares, pero jamás cobró el cheque y cuando en 1994, Darabont (guionista y realizador del film), vio estrenada su película, recibió devuelto el cheque, con una nota de King, en la que decía: "Para el caso de que alguna vez necesite dinero para la fianza".




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