Una prometedora pintora se enfrenta al peor bloqueo creativo de su carrera, incapaz de completar lo que ella considera podría ser su obra maestra. Para salir del bache, no duda en adentrarse en un mundo de sexo, drogas y asesinatos en la periferia de la ciudad de Los Ángeles.
Película controvertida, para unos todo un paso adelante en la forma de hacer cine de su realizador, aunque es cierto que tanto el argumento como su desarrollo dejan bastante qué desear. Basada en experiencias propias, Joe Begos nos da un buen paseo por un mundo desenfrenado de drogas superduras, alcohol a mansalva y algo de sexo, en el que espectador se enfrenta a discernir qué es realidad y qué fruto de las más retorcidas fantasías de la protagonista, interpretada de manera convincente por Dora Madison.
La crítica coincide en que es la más interesante de las tres películas estrenadas hasta el momento por el realizador y guionista estadounidense. Fotografía supersaturada, muchas escenas de alucinaciones, entre lo onírico y lo lisérgico, una banda sonora muy potente y un lenguaje extremadamente soez que se repite machaconamente en prácticamente todas las escenas.
Escenas de vampirismo pretendidamente moderno y de casi canibalismo, todo muy gore, con mucha salsa de tomate y unos efectos especiales bastante de andar por casa, lo que puede perdonarse si tenemos en cuenta el modestísimo presupuesto (200.000 dólares, según he leído por ahí).
Dependiendo de cómo seas, del tipo de cine que busques, te resultará atractiva o, sencillamente, un pequeño bodrio, pero seguro que no quedas indiferente.
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