Celia (Andrea Fandos), es una niña de 11 años que estudia en un colegio de monjas en Zaragoza y vive con su madre Adela (Natalia de Molina), una madre soltera de 30 años que sueña con que su hija tenga todo aquello que se le negó a ella, como la oportunidad de ir a la universidad. Pero un día entra en su vida Brisa (Zoe Arnao), una nueva compañera recién llegada de Barcelona, que la empuja hacia una nueva etapa en su vida: la adolescencia. Estamos a principios de los noventa del pasado siglo, la España de la Expo y de las Olimpiadas del 92, Celia se encuentra entre dos mundos, el de su educación en casa y en el colegio y en el de un nuevo mundo que le espera fuera. Es el momento de descubrir que la vida está hecha de muchas verdades y algunas mentiras.
No es una gran película en mi humilde opinión de sencillo aficionado que apenas sabe apreciar el arte o la técnica y se deja llevar más por el gusto particular.
A pesar de todos los premios y nominaciones a ellos que tiene, creo que es un film modesto y sencillo sin muchas cosas destacables y que, incluso, aburrirá a más de uno.
Dicho lo dicho y admitiendo por más acertadas cuantas opiniones en contra pueda haber, debo añadir que el principal valor de la película es que sabe sacar partido a eso precísamente, a su modestia y sencillez.
Pilar Palomero, debutante en la pantalla grande, nos cuenta una historia que, supongo, podría ser perfectamente la de ella misma salvando puntos y situaciones concretas, pero que seguramente, si no las ha vivido en primera persona, las ha sentido de cerca.
El film refleja con bastante exactitud, no exenta de una crítica más ácida de lo que pueda aparentar su aparente bondad, la realidad de un determinado colectivo en una determinada época de la España reciente. Ese colectivo es el de las personas que estudiaban en colegios religiosos a principios de los noventa, más concretamente el de las niñas que lo hacían en colegios de monjas, pues la enseñanza pública ya no era así por aquellos años. Ese empecinamiento en la sumisión, en el machismo, en la negación de lo humano en pro de lo divino (pero a su manera, claro), esa especie de opresión a que son sometidas las niñas para que no se salgan del carril del bien... y esto sí que lo refleja Palomero con bastante exactitud.
Pero el film tiene más, aparte del documento de época que es, también lo es del despertar adolescente de una niña rodeada de una educación como la que hemos expuesto y con una madre acobardada por su situación personal que no sabe cómo acompañar a su hija en el crecimiento sin renunciar a las pequeñas mentiras de que hasta entonces se ha servido y que ahora se convierten en grandes y ya no valen.
Todo eso nos lo acerca Palomero con sencillez, pero con certeza, con buen gusto, con dominio de la técnica y con buena mano en la dirección de actores.
Y además está Andrea Fandos, sin duda el gran descubrimiento del film, a la que la cámara sigue durante toda la película, que nos cautiva desde la primera escena con esa cara y esa mirada inocente que a mí me ha recordado en cierto modo a los de Ana Torrent con aquellos ojos que se convirtieron en los más famosos del cine español.
Hola Trecce!
ResponderEliminarPues yo agradezco esa humilde e interesante opinión de humilde aficionado. Una opinión que entiendo y casi siempre comparto, que me resulta clara y sin rodeos, algo que a veces se echa de menos en otras criticas profesionales.
Anotada queda.
Saludos!
Gracias a ti, Fran, tan amable como siempre.
EliminarUna pregunta si no te importa responderla: ¿está permitido poner fotogramas de películas en los blogs?
ResponderEliminarSaludos,
Marcos M.
Depende, pueden estar sujetos a derechos, si no lo están, sí se puede.
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