lunes, 19 de octubre de 2020

LA CAMARISTA


Evelina (Gabriela Cartol) es una joven camarera de piso que trabaja en uno de los hoteles más lujosos de la Ciudad de México. Las jornadas tan extensas y laboriosas hacen que Eve no pueda cuidar a su hijo de cuatro años mientras trabaja, pero ella está convencida de que su situación mejorará cuando sea ascendida a un mejor puesto.


La mexicana Lila Avilés, actriz y directora teatral, debuta en el cine con este retrato de lo que aquí conocemos como una Kelly. Una mujer invisible magníficamente interpretada por Gabriela Cartol que, prácticamente, aparece en todas y cada una de las tomas y que soporta el peso de la película sobre su personaje. 
La película quiere ofrecer una cara distinta del México violento que últimamente aparece en los noticiarios, una especie de oda a la clase trabajadora que, en medio de todas las dificultades que les rodean, mantienen vivo al país. 
Conscientemente renuncia a relatar las "aventuras" de la camarista, esos relatos a que podrían haber dado pie todas y cada una de las pequeñas cosas que las manías o las formas de ser de los clientes o el ambiente que se vive en el hotel. A cambio trata de dar visibilidad a esta persona que pasa desapercibida en una filmación que, por momentos, se torna minimalista y con un ritmo que no quiere ser demasiado vivo, pero que puede llevar al aburrimiento a algunos espectadores.


Porque en el fondo, no ocurre nada especial fuera del día a día de esta mujer que se esfuerza por mejorar su futuro, asistiendo a clases para adultos o desarrollando su trabajo con pulcritud y eficacia, alejada de las disputas y las envidias entre compañeros y que, al final, apenas encuentra recompensa más allá de vagas promesas que no dejan de ser ilusiones que no está claro se vayan a cumplir, al menos en el corto plazo. Es un film muy reflexivo, para algunos quizá demasiado, sobre un colectivo al que podíamos llamar sirviente de los sirvientes, porque además del poco reconocimiento social y profesional, es una mujer en un mundo todavía muy machista. Lo hace sin maniqueísmos, mostrando, más que el desprecio, la ignorancia con que la tratan la mayoría de los clientes, pero sin hacer hincapié en las diferencias de clase, pues también hay alguno de ellos que la trata con cierto respeto, incluso en tono casi de igualdad. 
La inspiración para el guión, vino del libro de la fotógrafa francesa Sophie Calle, L`Hotel. En 1981, Sophie trabajó como camarera para hacer una sustitución de tres semanas en un hotel de Venecia y se dedicó ha hacer fotografías de los objetos que encontraba en las habitaciones antes de limpiarlas y de tomar notas en una especie de cuaderno de campo, para imaginar historias a partir de esos objetos y de cómo serían las personas a las que pertenecían, a las que raramente conoce, pero a las que observa e investiga. Aunque tiene algunos rasgos del mismo en algunas secuencias, la película toma su propio camino y los clientes y sus desperdicios o sus objetos personales, pasan a formar parte de un todo, pero no son el centro del argumento.


 

2 comentarios:

  1. Hola Trecce!
    Cuando vi esta película me acorde de mi madre y de cuando me llevaba con ella a limpiar casas. Si bien eran otros tiempos las circunstancias personales y ciertas injusticias siguen ahí.
    Saludos!

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    1. También yo me acordé de una buena amiga que limpia habitaciones de hotel y veía muchas cosas de las que ella cuenta.

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