jueves, 23 de enero de 2020

CAPTAIN FANTASTIC

En los bosques del noroeste del Pacífico, un padre dedicado a criar a sus seis hijos con una educación física e intelectual rigurosa se ve obligado a abandonar su paraíso y regresar al llamado mundo civilizado, desafiando su idea de lo que significa ser padre.
Ben (Viggo Mortensen) y Leslie Cash (Trin Miller) viven en gran medida fuera del circuito social con sus hijos: Bodevan (George MacKay), Kielyr (Samantha Isler), Vespyr (Annalise Basso), Rellian (Nicholas Hamilton), Zaja (Shree Crooks) y Nai (Charlie Shotwell), en una cabaña en las montañas del estado de Washington. Los padres han transmitido sus ideales socialistas y de supervivencia a sus hijos. Ben considera que la mayoría de la sociedad occidental es fascista, especialmente la América corporativa. También cree que nadie estará o debería estar allí para hacer las cosas por ti, así que será mejor que aprendas a cuidarte. Como tal, los niños han sido sometidos a un entrenamiento físico vigoroso, aprendiendo a lidiar con accidentes menores, contusiones, cortes, esguinces e incluso fracturas; han aprendido a cazar, recolectar y cultivar su propia comida. Los niños también son educados en un hogar alternativo, lo que significa que no tienen registros académicos oficiales. Sin embargo, Ben y Leslie han tratado de hacer de los niños pensadores críticos dentro del contexto de sus ideales. Más allá de estos problemas, Ben y Leslie tomaron la decisión de vivir este estilo de vida en beneficio de la salud de Leslie. Anteriormente abogada, Leslie fue diagnosticada como bipolar. Ben cree que este trastorno comenzó con su depresión postparto tras el nacimiento de Bo. Sin embargo, la condición de Leslie ha empeorado. A pesar de no creer en la medicina occidental, Ben envía a Leslie a un hospital cerca de donde vive la hermana de Ben, Harper (Kathryn Hahn), para que pueda haber familiares cerca. Mientras está hospitalizada, Leslie se suicida. Más allá del dolor colectivo, el acto de Leslie saca a relucir una batalla entre Ben y el padre de Leslie, Jack Bertrang (Frank Langella), un cristiano que no solo culpa a Ben por la muerte de Leslie, sino que cree que lo que está haciendo con los niños puede considerarse legalmente como abuso. Jack se hace cargo de los arreglos del funeral según la moral cristiana de él y su complaciente esposa Abby (Ann Dowd), en contra de lo que Ben sabe que fueron los deseos de Leslie, ya que ella creía en la filosofía budista. Aunque Jack amenaza con llamar a la policía si Ben se presenta al funeral, Ben y los niños creen que es su deber cumplir los últimos deseos de Leslie de ser incinerada según la filosofía budista. Esta misión no solo puede hacer que el enfrentamiento entre Jack y Ben llegue a un punto crítico, sino que también puede plantear algunos problemas latentes entre los niños, ya que están expuestos a la América comercial con todas sus ventajas e inconvenientes, y a medida que Bo se va haciendo adulto, va adquiriendo sus propias ideas de lo que debe hacer con la próxima fase de su vida.


La película está planteada para ofrecer al espectador el enfrentamiento entre el llamado mundo desarrollado occidental, nuestra sociedad de consumo, con todos sus defectos y esa otra forma de vida que tiene algo de roussoniana, la vuelta a la naturaleza, el respeto por el medio ambiente y el aprovechamiento racional de los recursos.
Ben y Leslie han optado por este tipo de vida llevándolo al extremo con todas sus consecuencias y sacando a sus hijos de la sociedad consumista que les rodea, aislándoles incluso de la formación escolar reglada. Todo ello desde una concepción de la vida que se acerca al socialismo, aunque crítica con cualquier tipo de autoritarismo, incluídos los de esencia marxista. Su referente más importante es el lingüista, filósofo y activista político norteamericano, Noam Chomsky y sus teorías cercanas al anarcosindicalismo.


Es cierto que en algunos momentos la narración echa mano de algún recurso que le conviene para el posterior desarrollo de la historia y que resulta un tanto ventajista cuando no incongruente o, al menos, poco creíble, pero en general está bastante bien estructurada y nos va llevando por la senda que conduce al mensaje que desea transmitir, que no es otro que la búsqueda del justo medio. Y es que bajo esa apariencia de que el film ensalza la vida natural y alejada de las normas de la sociedad capitalista, sobre todo en la segunda mitad, va dejando entrever que tampoco se puede renunciar del todo al entorno social y despreciar por las buenas a lo que tenga de positivo, para acabar con un corolario que defiende la búsqueda del equilibrio, de la huída de los extremos y de que en el término medio es donde se halla la virtud.
Aunque sigue algunos de los esquemas del cine comercial, es cierto que realiza un cierto esfuerzo por ir un paso más allá y ofrecer asuntos de reflexión al espectador sobre la educación de los hijos, el medio ambiente, los sistemas de gobierno, etc. Todo ello envuelto en un tono que mezcla la comedia con el drama, a mi modo de ver, acertadamente; una banda sonora indie acorde con el tono de la película; buena fotografía y unas interpretaciones muy conseguidas, aunque alguno de los niños, bajo la apariencia de naturalidad, puede resultar un tanto repipi y sobre todo, la gran actuación que consigue Viggo Mortensen, todo un acierto de casting para el papel que representa y que quizá alguien más podría haber hecho igual, pero difícilmente mejor.
Interesante, entretenida, bien rodada, con algunos buenos diálogos, con momentos muy divertidos y otros que invitan a la reflexión.




2 comentarios:

  1. Si bien lo de la sociedad comercial, corporativo es cierto, lo de aislarse del mundo es algo extremo. Más imponerlo a alguien más. Tan lúcidas no debieron ser las ideas, al haber un suicidio. Así que no puedo compartir punto de vista.

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    1. Bueno, son películas, historias que aunque reflejen (o lo pretendan) realidades, muchas veces son inventadas, como es el caso.

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