viernes, 2 de agosto de 2019

ORO EN BARRAS

Hace veinte años que el tímido Henry Holland (Alec Guinness) se encarga de supervisar el traslado de los cargamentos de oro del banco inglés en el que trabaja.
Holland siempre ha cumplido fielmente con su trabajo, sin embargo, tras años y años de ver entrar y salir gran cantidad de oro en el banco y de soportar este anodino trabajo,  llega un momento en que, harto de su gris y pobre existencia y cuando su vida profesional está llegando a su fin, piensa que quizá es un buen momento para hacerse rico y comenzar a vivir la buena vida.
Un buen día, se hace amigo de Pendlebury (Stanley Holloway), un fabricante de souvenirs que se ha trasladado a vivir a la misma pensión en la se hospeda Holland,  a quien se le ocurre que con el equipo de fundición que tiene su amigo, resultaría relativamente sencillo transformar los lingotes en torres Eiffel, un tipo de recuerdo que los turistas que visitan París suelen comprar, que resulta inofensivo y que les podría permitir contrabandear el oro desde Inglaterra a Francia.
Tras poner un cebo, atraen la atención de dos rufianes de poca monta, Lackery (Sidney James) y Shorty (Alfie Bass), dos profesionales del crimen de quienes desean obtener su ayuda y complicidad y a los que revelan sus planes.
Los cuatro juntos dan forma definitiva al asunto, cuya puesta en práctica, ocasionará giros y vueltas inesperados.


Divertida comedia de Ealing Studios en la que se caricaturiza la burocracia aduanera, el poco reconocimiento de algunas empresas para con sus empleados o a la propia policía, en una de las persecuciones más originales, delirantes y divertidas que recuerdo.
Una serie de situaciones a cual más absurda, sirven para dar tono de comedia a uno de los atracos más elegantes que se puedan concebir y en cuya elaboración colaboró el propio Banco de Inglaterra a quien se le pidió consejo sobre cómo pensaban ellos que se podía llevar a efecto un golpe de este tipo. Contiene secuencias de cierto nivel, como la mencionada de la persecución policial en automóviles o el descenso de la Torre Eiffel por una escalera de caracol a base de transparencias y que acaba teniendo un efecto mareante.


Quizá en algunos momentos baja un poco el nivel del film, pero es tan poderosa la presencia en pantalla de los dos protagonistas, que cuando esto sucede, se bastan y sobran con sus diálogos y su saber interpretativo, para que apenas nos demos cuenta de que esto sucede atrapados por la eficaz colaboración entre ambos, muy bien arropados por un elenco de magníficos secundarios, entre los que, por cierto, figura una Audrey Hepburn que tienen una fugaz aparición en pantalla, al principio de la película, haciendo arrumacos al personaje interpretado por Alec Guinness.
Magnífico ejemplo de comedia británica de posguerra que resulta tremendamente divertida.




4 comentarios:

  1. La he visto hace muy poco y me parece una de las mejores comedias de la Ealing, con Alec Guiness genial como delincuente muy reconocible del cine inglés, con esa atractiva flema británica. Rivaliza con otra, cargada de humor negro, "Ocho sentencias de muerte", de la que has hablado hace poco; otro alarde interpretativo de Guiness.

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    1. Tengo entendido que Guiness cobró por hacer esta peli la cuarta parte de su Caché de entonces.
      Supongo que por amistad y cierta lealtad con los Studios Ealing.

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  2. Que tal Trecce!
    Algo tenian estas pelis de la Ealing que las hacia diferentes. Una de esas joyas que apetece ver de cuando en cuando.
    Tomo buena nota de tus recomendaciones y estupendas reseñas.
    Saludos!

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