El renacer del islamismo en algunos de los principales países árabes, tiene preocupadas a las democracias occidentales por lo que puede significar de recorte de libertades y de que estos países pasen de un régimen dictatorial a una teocracia donde la Sharia sea la principal fuente de legislaciones que ordenen que el velo islámico sea obligatorio, las mujeres no puedan trabajar y el alcohol esté prohibido. Los atentados que sufren los países occidentales por parte del terroristas fundamentalistas, no ayudan a apaciguar esa especie de miedo que se está asentando en nuestra sociedad.
Pero, ¿de dónde viene todo esto?, se preguntan algunos. Yo no tengo la respuesta, mis conocimientos de historia y política internacional son muy limitados, es posible incluso que el origen sea variado y se deba a factores diversos. Sin embargo, si buceamos un poco en el pasado, de forma inequívoca algunos de los caminos en busca del origen de lo que está ocurriendo en la actualidad, nos llevan a Israel y a la política equívoca (por no decir mentirosa) que los británicos llevaron con aquellos territorios y con palestinos y judíos, cuando administraban Palestina.
Posteriormente, cuando el 26 de julio de 1956, el coronel Nasser anunció la nacionalización de Canal de Suez para financiar la construcción de la presa de Assuan, que debía regular las crecidas del Nilo y para cuyas obras el Banco Mundial le negó los créditos oportunos, franceses y británicos reaccionaron, pues la empresa propietaria del Canal estaba en sus manos, e idearon un plan que consistía, básicamente en que Israel atacara a Egipto para que, acto seguido, Francia y Gran Bretaña pidieran a ambos contendientes que se alejaran de la zona del Canal y posteriormente entrar ellas en acción y, con el previsible rechazo egipcio, tomar posesión del Canal. El 5 de noviembre los franco-británicos desembarcaron en Port-Säid, pero no habían contado con la contundente respuesta de la URSS y sobre todo de EE.UU. que consideró la acción como una violación del Pacto Atlántico y una verdadera chapuza, seguido de un ataque a la libra esterlina que hizo entrar en razón rápidamente a los británicos. Israel se retiró con sentimientos encontrados y la extraña coalición franco-británica abandonó la zona dando entrada a tropas de la ONU, la primera vez que los cascos azules intervenían en un conflicto. La imagen de la URSS salió reforzada, Francia y, sobre todo, Inglaterra perdieron definitivamente la consideración de potencias en favor de EE.UU. y los árabes, con Egipto a la cabeza, consideraron que habían asestado el primer golpe a sus enemigos judíos.
En junio de 1967, tras el bloqueo egipcio de los estrechos de Tirán, estalló la llamada Guerra de los Seis Días, continuación natural de los conflictos de Suez. El Sinaí egipcio, la Franja de Gaza, Cisjordania, la ciudad vieja de Jerusalem y los Altos del Golán sirios cayeron en sólo seis días en manos de Israel. El territorio ocupado por el estado hebreo pasó de poco más de 20.000 kilómetros cuadrados a 102.400.
Para los musulmanes aquella derrota constituyó una crisis de fe ¿Por qué les había abandonado Alá? Muchos de los ulemas respondieron que la derrota era una prueba religiosa, Dios les había castigado para que volvieran a Él. Ahí encuentran muchos las raíces del renacer islamista que el mundo descubrió definitivamente con la revolución iraní de 1979.
Supongo que la calma volverá el día en que el petróleo se agote o deje de tener el desmesurado valor que tiene ahora.
ResponderEliminarEl petróleo y su riqueza retiene a mucha gente allí, aunque es cierto que está en manos de cuatro, siempre quedan las migajas, en este caso suculentas, que llegan a los de abajo.
EliminarA ver si cuando acabe ese maná, no empeoran las cosas.
Te cuento algo. Lo único que separa a las democracias occidentales de LA DESTRUCCIÓN ABSURDA (absurda pues lo hacen hasta en sus propias mezquitas) es el estado de Israel...Así de simple.
ResponderEliminarCreo evidente que si Israel recibe apoyo de Europa y EE.UU., es porque actúa como cortafuegos ante los países árabes.
Eliminar