París, 1899. L'Apollonide es un elegante prostíbulo en el que la madame es dueña absoluta de las meretrices, pues los gastos de éstas exceden a sus ingresos y están en deuda con el local que las explota. Las prostitutas además se enfrentan a numerosos problemas: embarazos, opio y clientes violentos. En uno de los casos más trágicos, un hombre desfigura el rostro de una de las prostitutas. La cicatriz resultante dibuja en su cara una sonrisa trágica que la marcará de por vida.
Película que ofrece una imagen claustrofóbica y un relato franco de lo que podría ser un burdel parisino entre 1899 y 1900, Demostrando que la belle époque fue menos belle para las mujeres que para sus clientes ricos, aunque es posible que fuera mejor que pasear por las calles o trabajar en cualquiera de los empleos que podrían encontrar para subsistir casi en la esclavitud laboral.
La película está magníficamente diseñada para sugerir la decoración opresiva e hipócrita alto burguesa, el erotismo obsesivo que excluye el deseo real y la intemporalidad lánguida que hace que un día sea como el otro. Hay suficientes detalles sobre el dinero, los cosméticos, la higiene, las enfermedades de transmisión sexual, el comportamiento teatral y la camaradería auténtica, que podrían acercar la película, casi, a lo que es un documental, incluyendo una coda final que echa un vistazo a las mujeres que trabajan como prostitutas en el actual París, esperando en las calles a los automovilistas que pasan junto a ellas para recogerlas, mostrando que, aunque los escenarios hayan cambiado, estamos ante el mismo tipo de comercio miserable.
El desnudo femenino, abundante y muy presente en el film, está tratado con elegancia y, sobre todo, con mucha naturalidad, huyendo de cualquier tipo de morbo, incluso en la mayoría de las ocasiones, no resulta ni siquiera erótico.
Es llamativa también la ambientación, muy conseguida, sobre todo a través del vestuario de época.
Particular visión sobre la prostitución, quizá con el mejor de los retratos de lo que podría ser un prostíbulo elegante del París del ocaso del siglo XIX y los albores del XX. Es también un retrato sobre la hipocresía social, en esta ocasión de las clases opulentas y sobre la desesperanza de una situación que no tiene salida.
Película de narración muy pausada en la que apenas ocurre otra cosa que el opresivo, aburrido, desesperante y anodino día a día en la casa de tolerancia. El film evita, con éxito, la inclinación hacia lo pornográfico, una tentación a la que podría ser proclive el asunto tratado y la posible frialdad y distancia con que está abordado, queda compensada en parte, con la calidez de una elegante fotografía, obra de la pareja del realizador, Josée Deshaies.
Una parte muy importante de la película lo constituye su banda sonora. El autor de la misma es el propio realizador y guionista Bertrand Bonello, junto a piezas de música clásica, incluye composiciones de él mismo (entre ellas la belísima Plaisir d'amour), y otras deliberadamente anacrónicas, como Nights in white satin de los Moody Blues.
qué interesante...Hay que verla
ResponderEliminarTiene una estética muy llamativa.
Eliminar