miércoles, 14 de agosto de 2019

EL BESO MORTAL

Una mujer asustada corre en plena noche descalza por una carretera, tratando desesperadamente de detener un automóvil. Tras varios intentos infructuosos en que los autos pasan de largo, la mujer, para asegurarse de que el siguiente coche se detenga y exponiéndose a ser atropellada, se planta en medio de la carretera frente al vehículo que se aproxima.
El investigador privado Mike Hammer (Ralph Meeker) es quien está al volante y, tras casi golpear a la mujer, la invita a que suba. El nombre de la mujer es Christina Bailey (Cloris Leachman). Obviamente está huyendo, pues, además de descalza, no lleva nada más que una gabardina y el olor del miedo para cubrir su desnudez. Al pasar un control de carretera, Hammer se entera de que esta mujer ha escapado de una institución mental, donde, según ella, fue internada a la fuerza, y quienquiera que la persiga finalmente los alcanza. Christina tiene la información que desean, pero muere mientras la interrogan y torturan. Los asesinos fingen un accidente empujando el auto de Hammer fuera de la carretera, pero él sobrevive y se despierta en el hospital dos semanas después. Cuando Mike comienza a investigar la muerte de Christina, la policía le dice que se mantenga al margen, pero el investigador privado de cabeza dura continúa de todos modos. Recurrirá a su cariñosa secretaria Velda (Maxine Cooper) y a Nick (Nick Dennis), mecánico de un garaje, para localizar información útil y encuentra varias direcciones, entre ellas la de la compañera de cuarto de Christina, Gabrielle (Gaby Rodgers).
Poco se puede imaginar que el secreto de Christina puede conducir a la muerte y la destrucción.


El guión adapta una novela de Mickey Spillane, protagonizada por su héroe, el detective Mike Hammer.
La Comisión Kefauver, una unidad federal dedicada a investigar las influencias corruptoras en la década de 1950, destacó este film como la amenaza número uno del año 1955 para la juventud estadounidense. Debido a esto, Robert Aldrich se sintió obligado a escribir a favor de los derechos de libertad de expresión de los cineastas independientes.


Película con todos los ingredientes de la serie B, un presupuesto irrisorio, actores poco conocidos, incluso algunos de ellos debutantes en la gran pantalla y una historia bastante increíble que, sin embargo, logra atrapar al espectador desde el primer momento intrigado por la resolución del asunto y un final influído por los miedos de la sociedad del momento en que la llamada Guerra Fría estaba en todo su apogeo.
Fotografía peculiar que recurre en muchos momentos a mostrarnos solo alguna parte de lo que está sucediendo (vemos pies, sin que se muestre el resto del personaje), cuando no directamente queda fuera de plano, sobre todo en las escenas más violentas, pero de modo que el espectador puede imaginarlas cual si las estuviera presenciando. Es paradigmática la escena de la tortura de Christina, en la que vemos sus piernas convulsionándose, oímos sus aterrados gritos y se nos muestra alguno de los instrumentos de tortura.
El guión deja cabos sueltos y alguna pequeña subtrama apenas resuelta pero seguramente los amantes del género se sentirán subyugados por un film que, en algunos aspectos, abre caminos hacia producciones posteriores.




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