Estamos en medio del invierno de 1961. El cantante de folk de Greenwich Village, Llewyn Davis (Oscar Isaac), anteriormente componente del dúo Timlin y Davis, que tuvo un cierto éxito, especialmente dentro de la escena local, está tratando de emprender su carrera en solitario.
La disolución del dúo, se debió a circunstancias que escapan al control de Llewyn y ya no hay posibilidad alguna de que ambos vuelvan a estar juntos.
Llewyn no tiene dinero, recurre a dormir en una especie de circuito que ha montado con los sofás de sus amigos y conocidos y no le gusta tener que pedir a esos amigos que le dejen un lugar más o menos permanente para dormir.
A pesar de necesitar a sus amistades, no tiene ningún problema en cortar puentes con ellos para mantenerse fiel a sí mismo como músico profesional, en parte enojado y frustrado por su actual situación.
Sus difíciles circunstancias le hace estar ciego y ajeno a los acontecimientos de la vida de cualquiera que no sea la suya propia, mientras su situación económica se agrava, ya que su primer álbum en solitario, Inside Llewelyn Davis, apenas se vende, en buena medida debido a los problemas que tiene con su manager, Mel Movikoff (Jerry Grayson). Además, su situación de persona sin hogar, le hace complicado de localizar si surge algún concierto de última hora, lo que aún dificulta más su capacidad para generar ingresos.
Película muy particular de Joel y Ethan Coen que, aunque tiene muchas cosas reconocibles de su cine, se aparta bastante de aquello a que nos tienen acostumbrados.
Como dijo algún crítico, es una especie de cara B de la música y, yo añadiría, del arte en general, un mundo en el que hay unos pocos que ganan mucho dinero y pueden dedicar su vida a hacer lo que les gusta y otros muchos, muchísimos, que apenas sobreviven o, simplemente, tienen que dejarlo, porque no logran triunfar.
El principal problema del film es que, bajo mi opinión, la historia no acaba de enganchar y, aunque se ve con agrado, más que nada porque logra que estemos esperando que ocurra algo, ese algo parece que nunca acaba de llegar.
Es cierto que refleja muy bien ese mundo del que hablaba poblado por un sinfín de fracasados que se dejan la piel, las esperanzas y los mejores años de su vida, persiguiendo un sueño que no llega y que jamás llegará, su frustración y la amargura que acaba afectando a su propia manera de ser, pero el espectador puede tener la sensación, al acabar el film de que, o se ha perdido algo que le impide entender del todo la película, o que aquello no cuenta nada especial.
No hay comentarios:
Publicar un comentario