sábado, 16 de marzo de 2019

SHARPE Y EL ÁGUILA DEL IMPERIO

Ya tenemos a Richard Sharpe de nuevo en tierras españolas, tras atravesar la frontera portuguesa con las tropas de Sir Arthur Wellesley, futuro duque de Wellington. El ejército anglo-español, se dirige hacia Madrid, pero primero, el nuevo regimiento South Essex, al que ha sido asignado el grupo de fusileros que comanda Sharpe, recibe la misión de volar un puente en un lugar llamado Valdelacasa, para que las tropas francesas, que están al otro lado del río, no puedan atravesarlo. Una misión sencilla, si no fuera por la incompetencia de Henry Simmerson, un noble británico que ha sufragado la formación del nuevo regimiento, enemigo político de Wellesley, a quien desea desprestigiar. Cuando llegan al puente, el regimiento español comete la temeridad de cruzar el puente, cuyas cargas de dinamita ya estaban preparadas, para provocar a los franceses que estaban en la orilla contraria y a Sir Henry no se le ocurre otra cosa que ordenar al South Essex que vaya tras los españoles: Si ellos van, nosotros iremos más lejos, argumenta en una acción de orgullo sin sentido, que pone en peligro a todas sus tropas.
Cuando desde las filas españolas, se produce una ridícula descarga de mosquetería a destiempo y fuera del rango de disparo, los franceses reaccionan y atacan. El regimiento español resulta masacrado y las bisoñas tropas inglesas huyen en desbandada, salvo los fusileros de Sharpe y unos pocos veteranos que se dan cuenta de la situación y defienden el puente para que puedan pasar los suyos hacia la orilla segura. Hasta que Simmerson, dejándose llevar por el pánico y la cobardía, ordena prender las mechas. El puente salta por los aires y Sharpe y los suyos quedan en la orilla equivocada. Para mayor vergüenza, el South Essex ha perdido sus banderas, lo que se considera la máxima afrenta para un regimiento. Antes de conseguir vadear el río de vuelta al campamento inglés, Sharpe, contra todo pronóstico y en una acción desesperada, logra recuperar uno de los dos estandartes, pero Simmerson, en lugar de reconocer sus errores y la valentía de Sharpe, le hecha la culpa de lo ocurrido y cuando se encuentran en Plasencia con el general Wellesley, que tiene establecido su estado mayor en el palacio de Mirabel, le denuncia. Sin embargo, Sir Arthur sabe de sobra lo que ha ocurrido y, no solo desoye la diatriba de Simmerson, sino que nombra a Sharpe capitán.
No obstante, el fusilero sabe de sobra que ha sido elegido como cabeza de turco en la guerra política que enfrenta a Sir Henry con Wellesley y que tarde o temprano, merced a los contactos de Simmerson en el parlamento, será castigado y enviado a las colonias. Para evitarlo, solo ve una salida: Acometer una acción heroica y arrebatar a los franceses una de las águilas que hacen de estandarte de cada regimiento. Sería el primero que lo lograra y ante eso, en Londres, nadie osaría poner en cuestión a Sharpe.
Al final, las tropas españolas y británicas, se enfrentarán a los invencibles ejércitos de Napoleón en la famosa jornada de Talavera y allí estará Sharpe que, además, tiene una cuenta pendiente con dos tenientes ingleses a cuenta de la bella Josefina Lacosta, una dama portuguesa que sigue al ejército y a la que Sharpe ha prometido proteger.
De nuevo los caracteres perfectamente definidos de los personajes y la acción que Cornwell nos presenta a todo color, logran una novela trepidante, llena de enredos, de injusticias vengadas y de episodios bélicos que cobran especial altura con las detalladas y épicas descripciones tan típicas de Cornwell.



4 comentarios:

  1. El libro parece interesante, pero creo que el post ha "destripado" el argumento, ¿queda algo más?

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    1. Bastante más, amigo, queda toda la batalla de Talavera, con sus preparativos incluídos.
      Queda toda la pelea que se traen entre Simmerson y Sharpe, unas veces soterrada y otras explícita.
      Quedan los pormenores de en qué circunstancias se produce la voladura del puente, los detalles de cómo Sharpe y sus "rifles" cubren la retirada de los suyos y de los españoles, los enfrentamientos con los voltigeurs y la caballería francesa, queda cómo Sharpe prepara una treta contra una cañón de campaña en una acción desesperada que salva la vida de lo que queda de las tropas que han quedado al otro lado del río...
      Créeme, queda, al menos, otro tanto.

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  2. Que Bernard Cornwell es un maestro de la novela histórica, no lo pone nadie en duda. Y con Sharpe describe perfectamente las venturas y las desventuras de ingleses y españoles en sus enfrentamientos con las tropas napoleónicas que habían invadido la península Ibérica. Una vez que comienzas su lectura, te engancha y no lo dejas hasta el final

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    1. Es cierto, una lectura amena que nos trae un trocito de nuestra historia, aunque sea novelada.

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