miércoles, 17 de junio de 2020

EL FARO



Una remota y misteriosa isla de Nueva Inglaterra en la década de 1890. El veterano farero Thomas Wake (Willem Dafoe) y su joven ayudante Ephraim Winslow (Robert Pattinson) deberán convivir durante cuatro semanas. Su objetivo será mantener el faro en buenas condiciones hasta que llegue el reemplazo que les permita volver a tierra. 
Las condiciones de vida allí son durísimas y las tareas recaen casi en su totalidad en el joven aprendiz, que debe mantener el faro en perfectas condiciones, encargarse de los quehaceres menos agradecidos y respetar las costumbres y supersticiones del mundo de los marineros. Pero pronto ambos hombres chocan de frente y todo se complica cuando el relevo no aparece en el plazo establecido y la relación entre ellos se enrarece por completo.


De gran calidad técnica, rodada en un formato, creo que llaman 3/4, en España solo se ha exhibido en unas pocas salas comerciales, algo que entiendo perfectamente tras verla, pues es de esos productos que no llama mucho la atención del gran público, más dispuesto a ver cómo una serie de mentecatos hacen tonterías u otras cosas por el estilo que le hagan desconectar de la realidad y pasar un rato amable y, si hay suerte, divertido, que a ver películas que te hagan pensar o, como es el caso, que pueden llegar a resultar aburridas, aunque al espectador que vaya buscando un cine diferente le gratifiquen.


Con una espléndida y muy trabajada fotografía en blanco y negro, el equipo de rodaje hubo de trabajar en condiciones bastante adversas climatológicamente hablando. La película está sostenida por sus dos protagonistas, prácticamente los único personajes que aparecen en pantalla y la verdad es que realizan un más que aceptable trabajo que, en el caso de Dafoe, le valió estar nominado al premio de interpretación en muchos de los grandes certámenes (igual ha ocurrido con la fotografía), si bien en ninguno se llevó el premio. 
La película ha encantado a bastantes aficionados y a la crítica en general que incluso llegan a calificarla de portento, pero a otros muchos les ha parecido un vacuo ejercicio de estilo sin pies ni cabeza y sin que la historia que desarrolla vaya a parte alguna, resumiendo: un aburrimiento. Además, en parte se vendió como un film que tiene algo de terrorífico y, la verdad, yo el terror no lo veo por ningún sitio. 
Si al final deciden verla, prepárense para ver un buen trabajo de dos actores, esa fotografía excepcional a que hacía mención y, en el resto, pues bueno, depende de gustos, pero yo no veo que vaya a dar mucho de sí y, como mucho, con el paso del tiempo, puede convertirse en eso que se ha dado en llamar film de culto.




2 comentarios:

  1. A mí me gustó. Será mi siguiente reseña en La Revista General de Marina (por cuestión de derechos solo se podrá leer allí). Un duelo interpretativo de altura y una estilización tipo alemán años veinte. También una versión de la mitología con el duelo Proteo-Prometeo como centro de atención.

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    1. A mí también me gustó, pero supongo que convendrás conmigo que este film es uno de esos a los que se puede aplicar la remilgada y socorrida frase de que no es para todos los paladares.

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