viernes, 28 de febrero de 2020

LLUVIA NEGRA


El señor y la señora Shizuma (Kazuo Kitamura y Etsuko Ichihara), y su sobrina Yasuko (Yoshiko Tanaka), atraviesan las ruinas de Hiroshima justo después de que la bomba atómica haya caído. Catorce años después, Yasuko vive con su tía, su tío y su senil abuela, en un pueblo en el que habitan algunos de los supervivientes de la bomba. Yasuko no parece verse afectada, ni presenta síntomas de mal alguno, pero los Shizuma están preocupados por las perspectivas de su matrimonio, ya que podría sucumbir a la enfermedad por radiación en cualquier momento, además, las posibles consecuencias de su contacto con la radiación han dado lugar a un sinfín de habladurías entre los pretendientes de la joven.


La lluvia negra la constituyen las partículas radiactivas procedentes de la explosión de las bombas que Estados Unidos lanzó sobre Hiroshima y Nagasaki. Basada en una famosa novela ("Kuroi Ame") de Masuji Ibuse sobre la devastación causada por la bomba atómica, el libro relata las consecuencias de la explosión atómica en Hiroshima.
Su autor retrata con sensibilidad y con un esperanzado humor, la compleja red de emociones que se establece entre unos supervivientes que siguen soportando las enfermedades y el dolor provocados por la explosión y que ignoran hasta qué punto su salud puede estar afectada.
La novela es un clásico de la literatura japonesa del pasado siglo y se apoya en documentos históricos sobre la devastación causada por la bomba atómica y en entrevistas y diarios de víctimas de la masacre, diarios como el que llevan Yasuko y su tío, siendo considerada como la novela japonesa que mejor se ha enfrentado a las consecuencias de la explosión atómica en Hiroshima.


Un día cualquiera en la ciudad japonesa de Hiroshima, el país está en guerra, sí, pero la gente, dentro de lo posible, desarrolla una vida rutinaria, es el 6 de agosto de 1945 y, de repente, un inmenso relámpago azota la ciudad, es el relámpago que mata.
150.000 personas murieron a consecuencia del estallido de la bomba nuclear lanzada por los norteamericanos sobre la ciudad japonesa, pero se calcula que medio millón de personas murieron en los días y años posteriores a consecuencia de la radiación.
Estas personas, víctimas en muchos casos inocentes, son las verdaderas protagonistas del film de Shôhei Imamura, representadas en la familia Shizuma, los dos tíos y la sobrina huérfana de madre, gente sencilla, normal y corriente, como el resto de los personajes de la película. A pesar de no hallarse en el epicentro de la explosión, estuvieron expuestos a la radiación, a la lluvia negra y recorrieron las devastadas calles de Hiroshima, espléndidamente recreada en estudio, contemplando la desolación y la locura que provocó la bomba. Hay escenas estremecedoras, la multitud de cadáveres calcinados, los supervivientes, verdaderos zombis aquejados de graves quemaduras deambulando sin rumbo, buscando a los suyos, pidiendo agua. Hay una escena trágica en la que un jovencito, con su cuerpo hecho jirones y la carne chorreando por sus dedos como cera derretida, encuentra a su hermano mayor y este no le reconoce, pues su cuerpo es una masa informe; el hermano le conmina a que le diga su nombre, le pregunta a qué colegio va y, cuando le identifica por la hebilla de su cinturón, se abrazan y lamentan su triste destino.
Los años pasan y la gente sigue muriendo por las secuelas de lo ocurrido, llevan una vida aparentemente tranquila, algunos sin presentar síntomas, pero de la noche a la mañana, estos aparecen y no hay vuelta atrás. Viven con esa espada de Damocles sobre sus cabezas, sabiendo que tarde o temprano, caerán de forma dolorosa e irremisible, sin acertar a explicarse por qué les tocó a ellos esa amarga lotería.
El film reproduce la vida cotidiana de esta gente sencilla, sus trabajos y preocupaciones diarias, pero siempre con la tragedia viviendo entre ellos, en sus propios organismos o en la muerte paulatina de quienes les rodean, víctimas también de la radiación, en una lenta y angustiosa espera a que les llegue su turno.
La película es de 1989, pero está rodada en un magnífico blanco y negro y espléndidamente fotografiada, con unas interpretaciones sobresalientes. Más que narrar, nos sumerge en el drama y nos advierte de la parte de culpa que cada cual tenemos en estas tragedias. En una de las últimas escenas, el Sr. Shizuma escucha las noticias de la radio, como todos los días a la misma hora, hablan de la guerra de Corea que se está librando en aquellos años y el locutor anuncia que el presidente Truman baraja la posibilidad de lanzar una nueva bomba atómica. El Sr. Shizuma apaga la radio asqueado y se pregunta a sí mismo si la humanidad nunca aprenderá que vale más una paz injusta que una guerra justa.




2 comentarios:

  1. La guerra es como las apuestas, da igual que haya perdido todas las previas, todos los países creen que en cualquier momento va a cambiar la racha y ganar la que les retire del macabro juego.

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    1. Y siempre son los mismos quienes las pierden, aunque gane su país.

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