Italia 1916, en plena Primera Guerra Mundial. El joven milanés Giovanni Busacca (Vittorio Gassman) ha sido movilizado, como todos los jóvenes italianos, para servir en el ejército. En la oficina de reclutamiento conoce a Oreste Jacovacci (Alberto Sordi), oriundo de Roma, un timador que engaña a Giovanni ya que está como soldado de sanidad y se deja sobornar para obtener una declaración de inutilidad para el servicio, despareciendo con el dinero.
Destinados a servir en la misma unidad, ambos se encuentran de nuevo en el tren que les conduce al lugar donde está estacionado su regimiento de destino. A pesar del engaño de Oreste, acaban siendo amigos al descubrir que hay algunas cosas que les unen, sobre todo su cobardía y su falta de espíritu patriótico, por lo que recurrirán a todo de tipo de ardides y trucos para eludir el peligro y tratar de salvar la vida a cualquier precio.
Mientras están en el pueblo de Tigliano, pasan unos meses en relativa paz, y Giovanni tratará de ganarse los favores de Costantina (Silvana Mangano), una prostituta con exceso de trabajo.
Pero la guerra también trae consigo imágenes horripilantes y peligros terribles y la lucha en las trincheras se convierte en una auténtica carnicería. Una broma del destino, hará que los dos camaradas se comporten como héroes muy a su pesar.
Película poco conocida e incluso poco comprendida del realizador italiano Mario Monicelli.
Ambientada durante la I Guerra Mundial, al principio parece que vamos a asistir a una especie de gamberrada italiana sobre el conflicto bélico, pero nada más lejos de lo que luego vendrá. Partiendo de de un arranque satírico y humorístico que reaparece a lo largo de la película, el film va tomando forma de drama triste y cargado de mensajes críticos e irónicos sobre lo que esta y cualquier guerra suponen para el ser humano. Las escenas de humor, a veces bastante chusco, es cortado en ocasiones por Monicelli como de un hachazo para traernos de vuelta a la cruda realidad.
Los momentos de sátira que suavizan el drama, con chistes no siempre graciosos ni muy logrados que quizá deslucen un poco el conjunto, no puede esconder todo lo que ofrece a cambio, diálogos cargados de intención, crítica sin freno a la inutilidad de los mandos, a su impericia, incluso falta de respeto por sus subordinados y la vida de estos que son enviados como borregos al matadero. Crítica a la guerra en sí y a su absurdo en la que siempre son los de abajo los que pagan sus consecuencias.
El cuadro que nos pinta está cargado de realismo, la guerra es sucia, los mandos, algunos incompetentes, otros imbuídos de un ordenancismo a ultranza y otros de vuelta de todo, renegados del conflicto que se vive. Los soldados luchan por su supervivencia como Dios les a entender y se ven atrapados entre el patriotismo y la simple obligación de obedecer para no ser tenidos por sediciosos, pero todos deseando salir de allí viendo la carnicería que se está produciendo.
Bien interpretada, incluso por maravillosos secundarios que tienen su momento a lo largo del film, la película, junto a sus momentos casi gamberros, toca unos cuantos palos, como el de las convicciones políticas, las diferencias entre los territorios italianos, aún relativamente reciente su unificación, la camaradería y lealtad entre los soldados que no evita la picaresca y el afán de escaqueo, tan propio por otra parte del ejército que se pinta más cerca de lo que es en realidad, alejado de heroísmos y arrojo.
Técnicamente la película está muy lograda y contiene algunas escenas bélicas de cierto nivel. Un film para disfrutar de grandes actores, de sus momentos graciosos junto a otros de gran ternura y dramatismo y de su mensaje claramente antibelicista.
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