Durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), Kaji (Tatsuya Nakadai), un japonés pacifista, se ve a punto de ser convocado a filas, lo que le llena de desasosiego y frustración. Está comprometido con Michiko (Michiyo Aratama), sin embargo, se resiste a casarse porque no sabe si volverá con vida del frente.
Sin embargo, un informe que escribió tiempo atrás sobre el trato justo a los trabajadores de las minas que podría redundar en un aumento de la producción, es tenido en cuenta por la compañía para la que trabaja y su director le propone llevar a la realidad lo que ha planteado sobre el papel, para lo que le ofrece un puesto como supervisor laboral en la alejada y pequeña población de Loh Hu Liong, en Manchuria, entonces ocupada por los japoneses. Aceptar el puesto le supondría la exención del servicio militar, por lo que Kaji acepta y, tras casarse, se dirige hacia allí para incorporarse a su nuevo puesto.
Apenas llega, es consciente de las duras condiciones en que desarrollan su labor los trabajadores locales contratados, mal alimentados y mal pagados, lo que ocasiona que muchos de ellos abandonen el trabajo para no volver, algo que dificulta conseguir los objetivos de producción. Por iniciativa de Kaji, varios capataces son despedidos debido a sus métodos de control, mientras él trata de mejorar las condiciones de vida de los obreros.
La situación se complica con la llegada de 650 prisioneros chinos a la mina. El temido KEMPETAI (la policía militar), amenaza con duras represalias a los encargados de la mina si alguno de los prisioneros escapa, para evitar lo cual, obligan a separarlos del resto de trabajadores y a cercar el lugar en que se instalan con alambre electrificado.
Por su parte,Kaji tratará de equiparar el trato a los prisioneros con el del resto de trabajadores, sin embargo, aquellos a quienes despidió y alguno de los que continúan, ven la ocasión de tomar venganza urdiendo un plan para facilitar la fuga de los prisioneros y desprestigiar así al nuevo supervisor
El odio acumulado acaba estallando y ello tendrá dramáticas consecuencias.
El guión se basa en una novela escrita en seis volúmenes, de Jumpei Gomikawa. Aunque había sido un éxito de ventas, ningún estudio se atrevía a producir su traslado a la pantalla, por la extensión del texto y por tratar un tema tan delicado (estamos a finales del los años 50), como el de la II Guerra Mundial y los crímenes cometidos por los japoneses durante la misma. Sin embargo, al final se llevó a efecto. Aunque son tres películas, divididas cada una en dos partes, los expertos y muchos críticos, consideran esta producción como una unidad, lo que la convierte en la película de ficción más larga de la historia, con nueve horas y media de duración.
Lo cierto es que las películas alcanzaron gran éxito de público y, al parecer, en Japón se realiza una vez al año, una especie de marathón, con la proyección de los tres films y las entradas se agotan.
Kaji es un humanista con la desgracia de haber nacido en el momento y lugar equivocados. En un instante de la historia reciente en que el mundo está dividido en dos partes enfrentadas, el planeta incendiado por una guerra y los nacionalismos, el racismo y todos esos "ismos" que son la peor plaga de la humanidad, en pleno apogeo, un hombre pretende estar por encima de banderas, ideologías y territorios y ver en los demás únicamente a sus semejantes.
Salvo algunos que, a modo de apóstoles de esta especie de redentor que lucha contra la corrupción y la injusticia, saben apreciar su esfuerzo, la gran mayoría le mira con recelo. Sus compatriotas ven en él a un traidor y los enemigos de su país, desconfían de él precisamente por ser Japonés. Como dice Kaji: "Yo no tengo la culpa de ser japonés y, sin embargo, ese es mi mayor pecado".
Al final, salvo esos pocos que reconocen la lucha de ese hombre por sus semejantes, todos le volverán la espalda y las consecuencias serán terribles.
Una película dura y con un tono de cierto pesimismo, sin embargo cargada de poesía, de belleza visual, de planos que subliman la narración y cuidada hasta el último detalle. Es cierto que cae en el mismo pecado (o virtud, depende de los gustos del espectador) que otras películas orientales y quizá se exceda en su metraje, pero es que Masaki Kobayashi, no quiere hurtarnos un solo segundo de la historia y, no solo nos cuenta todo, sino que lo hace con detalle.
Un magnífico film, para ver con calma y sosiego y disfrutar de cine de gran nivel.
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