viernes, 10 de abril de 2015

MUJERCITAS

Meg (Janet Leigh), Josephine (June Allyson), Amy (Elizabeth Taylor) y Beth (Margaret O'Brien), son cuatro hermanas, cuyo padre está en el frente durante la Guerra Civil norteamericana, prestando servicios a los combatientes en su condición de pastor episcopaliano.
Mientras tanto, ellas viven con su madre en su casa de Nueva Inglaterra, saliendo adelante como buenamente pueden, pues sus ingresos económicos han disminuído notablemente.
A pesar de todo ello, la alegría y el optimismo reinan en la casa, merced a la juventud y buen ánimo de las hermanas.
A la residencia que está frente a la suya, acaba de llegar Laurie (Peter Lawford), que se fugó del colegio para ir a combatir alegando más años de los que tenía en realidad y que ha regresado a retaguardia para ser acogido por su tío Mr. Laurence (C. Aubrey Smith). Tras coincidir con las hermanas en la calle y la autopresentación que hace Jo, Laurie, su tío y la familia March, tendrán una relación realmente fraternal que les llevará a compartir alegrías y tristezas.
Aunque Laurie le declara a Jo el amor que siente por ella, esta le rechaza porque su objetivo es trasladarse a Nueva York donde tratará de abrirse camino como escritora, su gran pasión. Allí conocerá al profesor Bhaer (Rossano Brazzi), con quien descubrirá el mundo de la cultura neoyorkina, visitando museos y asistiendo al teatro y a la ópera.


El guión se basa en la famosa novela autobiográfica de Louisa May Alcott, que lleva el mismo título. Junto a la adaptación que llevó a la pantalla George Cukor, con Katherine Hepburn como Jo, son las que gozan de las preferencias del espectador, pues la novela ha sido llevada al cine y al teatro en las más variadas versiones.


La película sabe encontrar bastante bien el equilibrio entre el texto original y su traslación a la pantalla, siempre sobre la línea de lo pasteloso y edulcorado, pero sin llegar a traspasarla; jugando con los sentimientos, la ternura y lo lacrimógeno, pero sabiendo dar el giro oportuno cuando se asoma al precipicio.
La Metro puso en el film toda su artillería pesada, con un plantel, tanto de protagonistas como de secundarios, que era de lo mejorcito que tenía en aquel momento, incluyendo a la entonces niña prodigio Margaret O'Brien y a una desconocida Elizabeth Taylor. Y por si fuera poco, una partitura musical de Adolph Deutsch, una brillante fotografía en color y una ambientación que, vista ahora, resulta artificial pero muy entrañable, y que entonces supuso todo un logro.


Todavía hay quien tacha el texto de May Alcott de trasnochado y de dejar a la mujer en un papel de buen ama de casa de recatada educación. ¡Cómo se puede decir algo así de un libro publicado en 1868, en el Jo, la protagonista, representa los valores de la independencia en un mundo absolutamente dominado por hombres!
Mujercitas, tanto el libro, como esta película de la que hoy hablamos, se ha convertido ya en un clásico que narra la experiencia vital de unas jóvenes que, junto a una madre ejemplar, van realizando un aprendizaje, a veces doloroso, a veces fascinante, de la vida y del amor, y con el que miles de mujeres de varias generaciones se han sentido identificadas, porque en la riqueza de matices que proporcionan los distintos caracteres de las hermanas, siempre encuentran algún paralelismo con situaciones vividas por ellas mismas.
Alguien ha dicho, creo que acertadamente, que Mujercitas hay que verla o leerla, o las dos cosas, al menos dos veces en la vida, una de joven y otra de mayor y yo añado que en ambas ocasiones nos emociona.




2 comentarios:

  1. Me encantó, y la volvería a ver con mucho gusto, tenía el libro con unas ilustraciones preciosas y por supuesto me identificaba con la hermana escritora en muchos aspectos salvo en lo de preferir al profesor aquel antes que al fiel Laurie.

    Además fue de las primeras películas que vimos en color y eso también se queda grabado.

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    1. Algo tendrá la historia y la película, cuando sigue emocionando a una generación tras otra.

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