viernes, 24 de abril de 2015

LA PIMPINELA ESCARLATA

Sir Percy Blakeney (Leslie Howard) es un aristócrata inglés, amigo personal del príncipe de Gales, elegante a más no poder, pero fatuo, un poco estúpido y nada interesado en otra cosa que no sean sus buenos trajes, sus magníficos caballos o la cantidad de reuniones a las que asiste. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Bajo esa apariencia estúpida y superficial, se esconde un hombre valeroso por el que sus seguidores darían la vida gustosamente, un hombre que arriesga su fortuna y su integridad por salvar a los inocentes de la guillotina pasando una y otra vez a Francia y burlando a los espías galos que lo persiguen.
Marguerite Saint Just (Merle Oberon) es una mujer bellísima sumamente inteligente que, a pesar de tener a todos los hombres a sus pies, se ha casado por amor con el petimetre de sir Percy, cosa que nadie comprende porque él la tiene bastante desatendida. Sí, Percy la adoró y consiguió conquistarla, pero poco después de su matrimonio la cosa cambia, él se entera de que Margot ha traicionado a un aristócrata y éste ha sido llevado a la guillotina con toda su familia. Desde ese momento, la apatía y el desapego priman en su matrimonio.
Chauvelin (Raymond Massey) es un espía francés, embajador oficioso en Inglaterra del Gobierno Revolucionario, que quiere pescar a la escurridiza Pimpinela a toda costa, tarea para la que ha sido comisionado expresamente por Robespierre (Ernest Milton).
Armand (Walter Rilla), hermano de Marguerite, es detenido cuando regresa a Francia, acusado de conspirar contra la República. En realidad, Chauvelin pretende utilizarlo como moneda de cambio, con el fin de extorsionar a Marguerite para que esta se entere de la identidad de La Pimpinela Escarlata y le delate.


Adaptación de la novela de la Baronesa Emmuska Orczy, que antes de publicarse como tal, había sido estrenada en teatro en Londres el 5 de enero de 1905.
La Baronesa Orczy no es tenida como una gran autora, pero su personaje, La Pimpinela Escarlata, ha pasado a la posteridad por ser el primero de la lista de héroes que se esconden bajo una identidad que nada tiene que ver con su arrojo y valentía, además de por lo conseguido y bien trabajado del mismo y sus aventuras.

Producida por Alexander Korda en un momento en que él y Alfred Hitchcock eran los principales impulsores del cine británico, a pesar de que el director de la misma fue Harold Young, la mano del productor húngaro está presente de manera continua, con esa confianza que pone en la tradición teatral británica para tapar las posibles deficiencias a que aboca un presupuesto apretado. La impronta de Korda queda patente también en las escenas de masas que abren la película, cuidadosamente compuestas y que constituyen una auténtica delicia para el espectador.
Una banda sonora adecuada de Arthur Benjamin y algunos escenarios muy bien construídos por la mano del otro Korda, Vincent.


La película está protagoniza por una pareja cinematográfica que tendría caminos bien distintos en su etapa norteamericana, Merle Oberon, bastante desaprovechada en Hollywood y Leslie Howard que triunfaría con su gran actuación en Lo que el viento se llevó, y que aquí interpreta de maravilla al presumido, frívolo y afeminado protagonista.  El otro gran papel del film es el del malvado Chauvelin, muy bien interpretado por Raymond Massey. En ellos tres descansa el peso de un film con algunos diálogos y secuencias cargados de ironía. en el que el estilo fresco de Korda se contrapone al tipo de cine histórico más florido que se impuso en Hollywood y cuyo exponente son las películas de Errold Flynn. 
En 1934, aún no había pasado nada en Europa, pero se intuía que algo gordo iba a ocurrir y aunque no se observan en la película connotaciones políticas profundas, no falta quien ve en este film, al menos en algunas de sus secuencias, una especie de antecedente lejano de las películas que se ocuparon del Holocausto, salvando las distancias. La presentación que el film hace de Robespierre, bien podría ser la que hacen algunos filmes posteriores de figuras como Hitler o Musolini.
Buena película de aventuras, envuelta en una atmósfera romántica y cortesana y con muchos detalles de gran categoría.




4 comentarios:

  1. Emma Orczy no es en realidad una escritora deslumbrante, pero pasó a la historia con este tipo de novelas de espías y traiciones entre miembros de la alta sociedad. Una de las mejores es precisamente esta, en la que crea ese personaje aventurero y justiciero al que llama Pimpinela Escarlata, que sido llevado al cine, mostrado en series televisivas y hasta en comedias musicales.

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  2. También la recuerdo Trecce, y me pareció bastante entretenida. Creo que ya te lo comenté, ahora voy muy poco al cine, pero antes iba mucho, y como uno ya tiene cierta edad, películas de este tipo antiguas, tengo vista mogollón.

    Saludos.

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