Murray (Woody Allen) y Fioravante (John Turuturro) son dos amigos con sus vidas en horas bajas.
Murray es dueño de una librería de libros raros que abrió su abuelo y que él heredó de su padre, pero que se ve obligado a cerrar por falta de ventas.
Fioravante trabaja como decorador floral en una floristería, hace bellos ramos, pero el sueldo apenas le da para vivir.
En una visita a su dermatóloga, la Dra. Parker (Sharon Stone), ésta le confiesa a Murray su fantasía de hacer un ménage à trois y le pregunta si conoce a algún hombre dispuesto a participar. Murray le contesta afirmativamente y le expone a su amigo Fioravante la posibilidad de que sea él ese hombre. Murray ya ha negociado con la Doctora la cantidad de mil dólares como pago de los servicios de su amigo, ahora falta obtener su beneplácito y tratar con él el porcentaje de Murray y convencerle para que el negocio siga adelante con otras clientas.
Aunque al principio todo va sobre ruedas, Fioravante comienza a fallar en lo más necesario para su nueva profesión cuando aparece en su vida Avigal (Vanessa Paradis), una joven viuda que estuvo casada con un rabino ortodoxo.
Allen y Turturro comparten peluquería en Nueva York y tienen un cierto grado de amistad. Cuando éste le enseñó a aquel el guión que tenía escrito sobre un hombre que vende servicios sexuales a mujeres, Woody Allen no sólo se comprometió a ayudarle para sacar adelante el proyecto, sino que se pidió para sí mismo interpretar un papel el film.
Y ese fue el génesis de este film que acaba siendo una comedia amable, sin pretensiones y sin demasiada profundidad, mejor dicho, sin ninguna, porque a fuer de ser amable y no comprometerse demasiado, quizá para no ofender a unos u otros, Turturro, guionista, director y protagonista del film, se queda en una especie de "ni chicha ni limoná".
Y es que tras un comienzo prometedor, al poco de comenzar, ya empezamos a ver que aquello se va dispersando, comenzando por no saber muy bien qué papel tiene Woody en aquella familia de afroamericanos con la que convive, aparte de decir chorradas de esas que tanto nos divierten a quienes sentimos debilidad por el genio de Brooklyn, pero que no vienen a cuento de nada.
La película se va descomponiendo en personajes sin atractivo. Ni convence en su candidez el personaje de Vanessa Paradis, ni el sosote del propio Turturro.
Las pretendidas críticas a determinadas instituciones o situaciones, apenas son incisivas.
La sombra de Woody planea sobre el film y el propio realizador confiesa que le dio algunas ideas para el guión, pero no es una película de Woody Allen. La delicada y exquisita banda sonora, convierte a la película en una espléndida colección de canciones que componen un elegante acompañamiento musical y tres o cuatro gags, todos ellos protagonizados por Woody. El resto es una pretensión de amable comedia, pero ni siquiera llega a eso, porque apenas hace sonreír.
Y si a medida que avanza el film, al ver cómo se diluye el argumento, alguno tiene la esperanza de ver aquello que sugiere la presencia de Sharon Stone y Sofía Vergara, pues tampoco.
Nunca me ha gustado Allen, y no creo recordar la película, por lo cual creo que no la he visto. Me quedo con ese fotograma que has colocado de la Stone y Vergara. Por cierto como pasan los años: la Sharon Stone sale ahora en la serie televisiva "Ley y Orden", y joder vaya cambio, no parece ni la misma.
ResponderEliminarSaludos Trecce
Y, sin embargo, cuantas quisieran.
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