Un representante de la corona británica viaja en misión diplomática para entrevistarse con Surat Khan (C. Henry Gordon), emir de Suristán, en el noroeste de la India, en el siglo XIX, territorio británico. Le escolta un destacamento de caballería al mando del capitán Geoffrey Vickers (Errol Flynn) y van a comunicar al emir la retirada de la ayuda económica inglesa tras la muerte del padre del emir.
Surat Khan tomará represalias y, unos meses más adelante, ataca al destacamento inglés de Chukati, produciendo una masacre de la que no se libran mujeres y niños. En la memoria del capitán Vickers, superviviente de la masacre y de todo el regimiento, quedará esta matanza de la que juran vengarse.
La ocasión se plantea tiempo adelante, en tierras de Crimea, donde Surat Khan ha huido y se encuentra junto a las tropas rusas, a las que se enfrentan los ingleses y sus aliados.
La película tiene dos partes, los 100 primeros minutos los dedica a recrear la época de la dominación inglesa de la India y a contarnos una historia de amor entre dos hermanos (los Vickers) y la mujer de la que ambos están enamorados, Elsa Campbell (Olivia de Havilland); además nos cuenta las difíciles relaciones entre los británicos y sus vecinos del Suristán. Estos episodios son retratados como si de un relato de Kipling se tratara, con su épica imagen del imperialismo británico y su presencia en la India como lo más natural del mundo, con unos soldados que representan la civilización, el honor y la cortesía y unos nativos brutales y traicioneros.
El último cuarto de hora, nos traslada a Crimea, en pleno conflicto entre el Imperio Otomano y Rusia, en el que los aliados europeos, principalmente Francia e Inglaterra, se alinean, por razones de estrategia geopolítica, del lado turco. Allí tiene lugar un hecho bélico totalmente histórico, la carga de la Brigada Ligera, una metedura de pata debida a órdenes confusas y poco concretas que lanzaron a la muerte a 600 hombres en la llanura de Balaklava, una acción tan heroica como estúpida. Alfred lord Tennyson cantó esta gesta en un poema con el mismo título. El film se basa en esa composición que alcanzó gran fama. La película interpreta los hechos históricos muy, pero que muy libremente.
Dejando de lado las inexactitudes históricas, el film cojea mucho en la parte que podríamos llamar romántica, con una historia que no acaba de atraer al espectador y como si la hubieran metido allí para dar cancha a Olivia de Havilland, indudablemente toda una estrella en el momento y un gancho que los productores desean aprovechar junto al de Errol Flynn; como no pueden mandarla a la guerra, se inventan este folletín bastante inconsistente.
Sin embargo el film gana muchos enteros en la parte que llamaremos de acción, en buena medida porque es la más vistosa y dinámica y la que nos deja los momentos más vibrantes, culminando en la espectacular escena final, muy bien filmada y corolario de todo el discurso previo que nos ha ido preparando para este canto apoteósico al valor.
Aquí Michael Curtiz luce sus habilidades, en esta carga que dura 9 minutos y que nos estremece y nos absorve, eso sí, con algunos planos que vistos hoy nos mueven un poco al sonrojo, pero que en la época supongo que propiciaron algún aplauso, como el del jinete que recoge la bandera de manos del compañero caído, o las lanzas clavándose sucesivamente en el cuerpo inerte de Surat Khan.
Un film en el que el aliciente principal son las estrellas que lo protagonizan (¡qué bien le sienta el uniforme a Errol Flynn!) y que a pesar de alguna escena prometedora al comienzo (las sombras gigantescas proyectadas en la pared del palacio del emir), en general carece de algunas de las cualidades que tienen los grandes films de Curtiz.
El ritmo del film se rompe con las escenas que reunen a Flynn con su hermano o su prometida, a menudo sin ningún propósito narrativo, como no sea asistir a los momentos un tanto cómicos que protagonizan Sir Benjamin Warrenton (Nigel Bruce) y su singular esposa.
La épica desatada por la escena de la carga, pero también por el asalto a Chukati, es lo que quedará en la memoria del espectador.
Estupenda película. Por cierto, Olivia de Havilland y Errol Flynn serían una de las parejas de cine de la época de oro de Hollywood, repitiendo en "El Capitán Blood", "Robin de los bosques", "Murieron con las botas puestas", "La vida privada de Essex y Elizabeth", "Dodje City", "Camino de Santa Fé"... entre otras.
ResponderEliminarA mí siempre me gustó más la peli de Tony Richardson sobre el mismo tema titulada "La última carga".
EliminarEste es un film de encargo, algo que se nota en algunos pasajes del mismo y fue hecho, principalmente, al rebufo de una de las pelis que citas, "El Capitán Blood", para aprovechar el éxito de la misma y de esta, por otra parte, mítica pareja cinematográfica.
No la he visto pero parece que es una película que merece la pena ver.
ResponderEliminarEl director ha dirigido a la pareja romántica del momento, Errol Flynn y Olivia de Havilland, muy bien. Yo me quedo con "Robin de los bosques"(1938).
Es entretenida, Paloma y ver a estos actores siempre es un placer. Por cierto, en un papel secundario, también tenemos a un joven David Niven.
EliminarLa pareja Oliva y Errol hicieron películas indispensables 30 y 40.
ResponderEliminarDesde un principio se sabe que Errol se va a llevar a la pretendida y que al malo le va a dar pal pelo. Muy previsible.
ResponderEliminarEn realidad, la pretendida, se va con el hermano, no con Errol.
EliminarMe sigue emocionando cada vez la que veo esa carga suicida,salvaje,testicular.
ResponderEliminarUna gesta única llevada al cine de manera magistral por Curtiz con un Flynn inconmensurable y en todo su esplendor.
Es envidiable cómo han sabido los británicos cantar lo que de gesta tiene aquel despropósito.
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