Sofía Federica Augusta, una princesa alemana de menor rango, es educada por su familia para que un día llegue a ser una reina.
Ese momento llega cuando el rey Federico II de Prusia, siendo Sofía aún una adolescente, solicita a la familia que la entregue en matrimonio al zar de Rusia, Pedro I.
Tras el matrimonio, Sofía es bautizada y acogida en el seno de la Iglesia Ortodoxa rusa, tomando el nombre de Ekaterina Alekseyevna, la futura Catalina II, que llegaría a ser la mujer más poderosa de aquella Europa del siglo XVIII.
Sin embargo, no todo fue un camino de rosas, la mente enferma de su marido, los manejos de la zarina Isabel, las dificultades con el idioma, las intrigas palaciegas, irán convirtiendo a Catalina en una mujer bien distinta de la niña inocente que era a su llegada.
El guión es una adaptación libre de los diarios de Catalina II, se rueda bajo la dirección de Josef von Sternberg para la Paramount y fue estrenada en 1934.
Sobre todo en la primera mitad, el film está salpicado de situaciones con un toque humorístico que suavizan un tanto el melodrama que se desarrolla.
La película narra hechos históricos, pero no se atiene a ellos, Stemberg hace "su" película y no le importa demasiado atenerse a la historia al pie de la letra, ni a que haya cosas que resulten poco creíbles, sus prioridades son estilísticas y visuales.
La utilización de cuadros de texto es el recurso que utiliza para economizar en la narración, a la vez que subrayan el paso del tiempo.
Y ahí sí que estamos ante un film de primera categoría, para algunos la obra cumbre del director austriaco, estilizada y barroca, en la que pone claramente de manifiesto su formación expresionista.
Decorados audaces a base de figuras diabólicas que remarcan la impresión de agobio y opresión que debió sentir Catalina en el palacio imperial.
Es muy interesante cómo describe la evolución del personaje, la chiquilla soñadora que arribó a Moscú, se transforma en una mujer ambiciosa que utilizará todas sus armas de seducción para hacerse con el poder, pero también para defenderse de las agresiones y las amenazas que la acechan.
Escenas para recordar hay unas cuantas, yo me quedo con la boda de Catalina y Pedro, con la pantalla plagada de objetos y personajes, ni un sólo hueco en escena, que plasma muy bien ese barroquismo al que hacía mención y otra, el ascenso de húsares y cosacos a caballo por las escaleras de palacio, una secuencia larga, impactante y de gran dificultad técnica.
La colaboración entre Sternberg y Dietrich nos ha legado unas cuantas obras inolvidables y esta es una de ellas, uno de los films más atrevidos y rompedores del cine norteamericano de la época, con el añadido del magnetismo del rostro de Marlene Dietrich magistralmente fotografiado por Bert Glennon.
Muy buena película, al menos para mí, y mucho ha llovido desde que se rodara y han cambiado las cosas, sobre todo en la Rusia de entonces a la de ahora.
ResponderEliminarSaludos Trecce.
Pero sigue haciendo mucho frio en invierno.
EliminarYa estoy haciéndome con ella.
ResponderEliminarA disfrutar y también de la banda sonora que echa mano de los clásicos. Esos no fallan.
EliminarBuena explicación. La veré.
ResponderEliminarGracias Paloma.
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