lunes, 17 de diciembre de 2012

LA SALA DE BAILE (LE BAL)

Con un único decorado por escenario, el film hace un recorrido por la reciente historia europea (concretamente francesa, pero también extrapolable a otros paises del entorno), apoyándose en los cambios de gustos y tendencias en lo que a la música y el baile se refiere.
Los actores son siempre los mismos, pero sus personajes van cambiando conforme avanza la narración, en tanto el escenario permanece prácticamente inalterado.
Los personajes son un grupo de hombres y mujeres, reunidos en esa sala. Y con pasos de baile recorren medio siglo de historia de Francia, desde los años de entreguerras, la época del Frente Popular (1936), pasando por la guerra (1940), la ocupación nazi (1942), la liberación (1945), la posguerra con las novedades del american style, Glenn Miller, la invasión de la Cocacola y las medias de nylon, y las infaltables réplicas de Fred Astaire y Ginger Rogers; la guerra de Argelia y el rock (1956/1959), el Mayo Francés con las consignas marcusianas (1968); y finalmente, la nostalgia con el baile y la música de una parte del siglo.



Se basa en un montaje de la troupe francesa del Théâtre du Campagnol, cuyo director era entonces Jean-Claude Penchenat. La obra se representó a lo largo de varios años en París, en el interior de Francia y en otras ciudades europeas. Aunque nunca lo confirmó, Penchenat se habría inspirado en el episodio Paradiso per tre , dirigido por Dino Risi, que formó parte del filme Amore in cittá (1953), un clásico de las postrimerías del neorrealismo italiano. Y también en la celebrada pieza de teatro-danza de Pina Bausch, titulada Kontakthof, que su autora paseó con su compañía por los festivales de Europa.


La película nos devuelve en cierto modo a la época del cine mudo y a sus mejores virtudes, ante la ausencia de diálogos, el peso del trabajo actoral cobra mayor importancia y, sin duda, el hecho de que fueran los actores que representaban la obra en el teatro quienes hicieron la peli, debió ayudar mucho al director a llevar a buen puerto su objetivo.


El resultado es una demostración del gran sentido del humor de Ettore Scola y su maestría para organizar la puesta en escena. En esta tarea contó con la colaboración del fotógrafo argentino Ricardo Aronovich.
Quizá algún espectador eche de menos que se detenga más o menos en cada uno de los estilos de música que recrea, pero eso es algo que sucede siempre que se hace una selección del tipo que sea.
La película fue nominada al Oscar al mejor film en habla no inglesa.




4 comentarios:

  1. No la he visto Trecce; pero como siempre quedo enterado.

    Saludos.

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    1. En este caso, no creas, hay que añadir que dependiendo de cómo sea uno para esto del cine, puede resultar muy, pero que muy aburrida.
      No es mi caso, pero se de más de uno que se ha dormido.

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  2. Buena reseña, amigo Trecce. Me emocionó mucho más La familia, el paso del tiempo; aquí un salón de baile, en aquella otra un pasillo de una casa. La nostalgia y la música. Cada generación tiene la suyas.

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    1. En cualquier caso un experimento valiente y arriesgado. No es facil llenar hora y media de metraje con un argumento tan secillo y esta economía de medios y que no te salga un churro.

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