domingo, 22 de agosto de 2010

EXTRAÑOS EN UN TREN

Siempre, en cuanto a la historia que cuenta se refiere, preferí la novela de Patricia Highsmith, a la película de Hitchcock. En los títulos de crédito figura, nada menos, que Raymond Chandler como co-guionista y reiteradamente se alude a la "moral" hollywoodiendse para justificar la notabilísma diferencia que hay entre novela y guión. Yo no sé si eso es cierto, cuando menos lo pongo entre interrogantes, no hay que olvidar que Hitchcock gustaba de intervenir en todos y cada uno de los apartados de sus películas y puede que fuera él quien decidiera que la historia fuera tal como nos la cuenta en su film y no como aparece en el libro. El caso es que del guión de Chandler poco quedó y fue el escrito por Czenzi Ormonde el que se llevó a la pantalla, insisto, tal vez a Hitc esta era la historia que le interesaba y no la otra. Al final la aportación de la novela de Patricia Highsmith, queda reducida a la idea desde el momento en que los derroteros del desenlace van por un camino, no distinto, pero sí paralelo.



Así que yo, cuando veo esta película, confieso que estoy más pendiente del apartado visual que de lo que se nos va contando en los diálogos.
Esta es la primera peli de esa serie de grandes películas de Hitchcock que todo el mundo recita de memoria cuando habla de él, salvo la excepción de "Rebecca", pero es verdad que tras una etapa de pelis no del todo bien recibidas por el público, aquí se abre lo que podríamos llamar su época dorada en cuanto al éxito de espectadores y crítica al unísono.



Pocas películas tienen un acúmulo de efectos visuales, de escenas singulares, de recursos para mantener atento al espectador, de detalles técnicos, como esta. Es de esos filmes en los que corres el peligro de ponerte a analizar cosas y no acabar nunca, porque hay innumerables detalles que dan pie a ello y a mí como no entiendo mucho de tecnicismos, me da miedo meterme en jardines frondosos donde pueda empezar a decir cosas que no sé explicar muy bien y que me pueden quedar un poco ridículas.
Además, hay tanto escrito sobre esta película, que quien tenga interés tiene fuentes sobradas donde beber un agua mucho más depurada de la que pueda salir de estos pobre renglones de aficionado sin preparación.



Así que me limito a enumerar algunas de esas cosillas que, como ya he dicho, podéis encontrar ampliadas por ahí, sin demasiado esfuerzo en buscar.
Hitchcock, en lo que a la parte de psicología de los personajes se refiere, vuelve a darle vueltas al asunto del falso culpable; juega con nosotros a la hora de presentarnos al "malo", haciéndonos tomarle cierta simpatía, pues se libra de una persona (la esposa del otro protagonista), a la que se nos presenta como un ser despreciable; siembra la peli con detalles que van dejando muestra de sus particulares "manías": la madre un poco "tocada del ala", la homosexualidad que late constante en el personaje de Bruno...
En cuanto a otro tipo de efectos y recursos, más visuales, por así decirlo, han pasado a la historia la escena del asesinato, que nos muestra reflejado en unas gafas; la tensión que nos transmite cuando Bruno quiere recuperar el encendedor que se le ha caído en una alcantarilla; el perro (el perrazo mejor dicho), en lo alto de la escalera cuando Guy Haines entra subrepticiamente en la casa de Bruno, supuestamente para asesinar al padre de este, una escena magnífica de suspense, sin duda, que alarga la sensación de incertidumbre hasta el extremo; la escena del tiovivo, al final de la peli. Algunas de ellas, son de esas típicas que salen en las antologías del cine y que a uno le suenan cuando ve la peli por primera vez, porque ya las ha visto antes en algún sitio.



Los actores, creo que están muy bien, pero quiero hacer especial mención de Patricia Hitchcock, que a mí me parece que supera la prueba con nota, como Bárbara, la hermana menor de la familia Morton.
Y por destacar alguna escena, voy a hacerlo con dos (hay muchas sobre las que hablar), una es la del principio, en que nos presenta a los protagonistas a través de sus zapatos, en esos zapatos es capaz Hitchcock de transmitirnos ya algunos datos de la personalidad de cada uno de ellos. Otra es la del público que presencia el partido de tenis, con todas las cabezas moviéndose de un lado a otro, siguiendo la trayectoria de la pelota y la cara de Bruno, que no se mueve y está mirando fíjamente a Guy.
Añadiré una tercera, que es la típica gracieta de Sir Alfred. Cuando Bruno está en la feria, un niño le dispara repetidamente con una pistola de juguete, cuando el crío pasa delante de él, acerca el cigarrillo al globo que lleva el muchacho y se lo explota.
A mí no es de las pelis que más me gustan, pero he de reconocer todos esos grandes detalles técnicos y ese montón de escenas innovadoras que nos muestran al Hitchcock que figura en la historia del cine como uno de los grandes.




2 comentarios:

  1. Otra de mis favoritas, ligeramente por detrás de "Encadenados" y "Con la muerte en los talones", pero entre las grandes pelis del maestro. Ya expliqué porqué en el blog.
    Saludos!

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  2. En efecto, acabo de leer tu magnífico comentario sobre la peli en tu blog y lo recomiendo vívamente.

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