viernes, 1 de mayo de 2020

VARIETÉ


El convicto por asesinato Boss Huller (Emil Jannings), después de haber pasado diez años en prisión, rompe su silencio para contarle al alcaide su historia. Boss, un antiguo artista del trapecio, y su esposa poseen un espectáculo modesto que muestra "sensaciones eróticas". Pero él anhela su antigua vida glamourosa en el circo y cuando conoce a la huérfana Berta-Marie (Lya De Putti), cae bajo su hechizo y deja atrás a su esposa y a su pequeño hijo. Hace de Berta-Marie su compañera en un nuevo número de trapecio. Un día, el famoso trapecista Artinelli (Warwick Ward) los ve actuar y los contrata para su espectáculo de trapecio en Berlín. Su salto mortal se convierte en una sensación inmediata. De manera fría y calculada, Artinelli seduce a Berta-Marie y destruye la felicidad de Boss.


El guión se basa en la novela 'Der Eid des Stephan Huller' ('El juramento de Stephan Hüller'), de Felix Holländer.
La versión completa de la película cumbre de Ewald André Dupont, desapareció poco tiempo después de su estreno a causa, por un lado, de las tijeras de la oficina de censura de la República de Weimar y, por otro, por las políticas del Código Hays y no fue hasta nueve décadas después, merced a la restauración realizada por la fundación Friedrich-Wilhelm-Murnau-Stiftung, cuando se pudo contemplar su versión íntegra. En la versión corta que circuló durante años, no había relaciones extramaritales y el contenido sexual se rebajó tanto como se pudo.


El argumento no es nada del otro mundo, la vieja historia de amores traicionados y los enredos que traen estas situaciones, el valor del film está en la manera en que lo cuenta y en ciertos aspectos técnicos que demuestran la evolución que estaba atravesando el cine en la época anterior a la llegada del sonido.
Hay una faceta en la que me gustaría centrarme y de la que se ha escrito ya mucho, pero que no ha dejado de llamarme la atención y es la tremenda actuación del gran Emil Jannings. La sublimación de una interpretación es cuando un actor logra transmitir sentimientos estando de espaldas al público, algo que ocurre en este film, sobre todo patente en la escena en que el personaje de Jennings espera en la habitación a oscuras al amante de su compañera, tras venir los dos de pasar una noche de juerga y algo más, se supone. Cuando se enciende la luz se produce un duelo interpretativo entre los dos rivales sentimentales en el que Jennings nos transmite todo el odio y el rencor que lleva dentro contra su contrincante por el amor de la chica. Merced a un gran trabajo de montaje que alterna las tomas en que la espalda de Jennigs está en primer plano, con su inmenso dorso y su potente cerviz y al fondo se ve a Artinelli presa del terror, con otras en que vemos primeros planos del gesto terrorífico de Jennings, con los ojos casi saliendo de sus órbitas y toda su sed de venganza a punto de estallar.
Un film en el que se podrían haber ahorrado los intertítulos, pues se sigue la historia perfectamente sin ellos, con algunas tomas realmente llamativas, sobre todo las que tienen como motivo central el número del trapecio, con imágenes cenitales del patio de butacas del teatro y que supone una muestra de buen cine, hecho con calidad y con unas interpretaciones a la altura.




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