La historia continúa con Katniss (Jennifer Lawrence) de vuelta en los búnkeres del Distrito 13, incapaz aún de llegar emocionalmente a un Peeta con el cerebro lavado, mientras observa cómo la nación de Panem se sume en una guerra apocalíptica a gran escala. Aunque Katniss ha aceptado con cautela su papel como el símbolo del Sinsajo de la rebelión, se da cuenta de que ya no sólo está en juego su supervivencia, sino también el futuro de todos y además empieza a creer realmente en el impacto que puede tener su actuación en el desenlace final. Con Panem sumida en una guerra a gran escala, Katniss tendrá que plantar cara al presidente Snow (Donald Sutherland) en el enfrentamiento final. Katniss, acompañada por un grupo de sus mejores amigos, que incluye a Gale (Liam Hemsworth), Finnick (Sam Claflin) y Peeta (Josh Hutcherson), y el denominado "Pelotón 451", emprende camino hacia el antaño rutilante Capitolio, convertido ahora en una ciudad sumida en el caos, bajo el ataque tanto de los rebeldes como de los pacificadores, con la secreta misión de asesinar al presidente Snow.
Snow todavía cree estar jugando un juego obsesivo para demostrar que es más listo que Katniss y destruirla, pero Katniss ya no es el peón de nadie y, para ella, no se trata de un juego. Es una lucha por todo aquello en lo que ha llegado a creer y por sus seres queridos. Es una lucha por la última esperanza de llevar una vida de paz.
Cuarta y última entrega de las películas que llevan a la pantalla la exitosa trilogía de Suzanne Collins.
El tercer libro fue divido en dos partes a la hora de llevarlo a la pantalla, con una primera entrega (Sinsajo 1) que alarga de manera interesada la serie y con esta segunda, queda claro que podrían haber hecho una sola película y aún así, les sobrarían minutos.
Aparte de esa especie de triángulo amoroso entre los tres protagonistas y las luchas entre resistencia y pacificadores, con todo el despliegue de efectos y demás, el mensaje que quiere transmitir el film es el del peligro de las dictaduras y sus consecuencias, por un lado y, por otro, los valores de la lucha por la libertad.
Con toda la serie de discursos y largos diálogos que se establecen cada poco en el film, este mensaje queda un tanto desvirtuado porque la película pierde ritmo y se vuelve repetitiva. La película juega con una especie de falsos finales, para llegar a un desenlace que a más de uno le resultará un poco decepcionante.
No sé porque se empeñan en hacer varias partes, si a veces la primera ya tira a malilla.
ResponderEliminarSalud Trecce.
Todo por la pasta.
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