viernes, 19 de mayo de 2017

TARDE PARA LA IRA

José (Antonio de la Torre) es un hombre silencioso y circunspecto que pasa sus días en un bar con el dueño Juanjo (Raúl Jiménez) y sus amigos. José sufre de insomnio y está interesado por Ana (Ruth Díaz), cuñada de Juanjo, que trabaja como camarera en el bar de su hermano, hablando con ella por Internet durante la noche. Esta vida tranquila y apacible termina cuando Curro (Luis Callejo), el hermano de Juanjo y novio de Ana, con la que tiene un hijo, sale libre de la cárcel después de cumplir ocho años de condena por un robo a una joyería donde el dueño terminó en coma permanente y la empleada murió con la cabeza destrozada a golpes por uno de los ladrones. Después de una fuerte discusión entre Curro y Ana, José convence a Ana para llevarla a la casa que era de sus padres y que está en un pueblo lejos de la ciudad, para mantenerlos distanciados de Curro, aprovechando la situación para chantajear a Curro, que piensa que los tiene secuestrados y así forzarle a que le revele la identidad del resto de la banda, buscando venganza por el joyero y la vendedora muerta, que en realidad eran el padre y la novia de José. Forzado a seguir las instrucciones que recibe si quiere ver de nuevo a Ana y a su hijo, Curro y José comienzan un viaje por algunas ciudades en busca de los socios de Curro en el crimen.


Debut en la realización de Raúl Arévalo, que se ve ha tomado buena nota de lo que otros directores hacían en las películas en que ha trabajado como actor.
Se trata de un proyecto largamente acariciado por el madrileño de Móstoles, ocho años nada menos tratando de sacar adelante su película, hasta que la productora Beatriz Bodegas hipotecó su casa para sacar adelante un proyecto sin una televisión privada que les respaldara.
Es una historia bien narrada, potente, interesante y que atrapa al espectador desde la primera secuencia.
Rodada en 16 mm., alejada de los formatos digitales que se estilan ahora, esta opción le proporciona una estética que nos recuerda, como algunos críticos han señalado, las películas de Peckinpah, salvando todas las distancias que se quiera.


Film trepidante, cuyos posibles defectos, lógicos de un debutante, quedan ocultos por la acción sin tregua, con unas buenas interpretaciones, entre las que cabe señalar, aparte del triángulo protagonista, la de Manolo Solo, que le valió un Goya, uno de esos actores de reparto impagables, que únicamente aparece en una escena, pero vaya escena que se marca.
La historia de una venganza tramada con paciencia y frialdad, un trabajo solvente, que sabe sacar provecho del escaso presupuesto con el que contó para acercarnos un producto de calidad de los que demuestran que en el cine español hay talento para sacar adelante proyectos que nada tienen que envidiar a los de la gran industria.




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