jueves, 15 de diciembre de 2016

EL QUINTETO DE LA MUERTE

Una banda de delincuentes pretende llevar una atraco en la estación de St. Pancras de King's Cross. Para ultimar el plan y también para que les sirva como una especie de base de operaciones, alquilan unas habitaciones en la casa de la Sra. Wilberforce (Katie Johnson), una anciana viuda, ingenua y de sensibilidad victoriana, aunque también muy astuta, que vive junto a un túnel por el que trascurren las vías del tren.
El cerebro del grupo, el profesor Marcus (Alec Guinness), cuenta una historia a la anciana para hacerle ver que son un grupo de aficionados a la música que pretenden utilizar las habitaciones alquiladas para mejorar sus habilidades musicales y ensayar algunas obras.
Una vez consumado el atraco, se sirven de la Sra. Wilberforce para trasladar el botín desde la estación a su domicilio, sin levantar las sospechas de la policía, pero una desafortunada casualidad, hará que ella se entere de los manejos de sus inquilinos. Ante esta nueva situación, los miembros de la banda pretenden eliminar a la Sra. Wilberforce, algo que en principio se antoja como un sencillo objetivo, sobre todo dadas las diferencias físicas entre la frágil anciana y los bandidos, todos ellos más corpulentos que ella.
Sin embargo, lo que comienza como un mero trámite, se va complicando y los atracadores comenzarán a encontrarse con dificultades que se suceden una tras otra, para desesperación de los miembros de la banda que se ven incapaces de deshacerse de la Sra. Wilberforce.


El personaje crucial de esta película es la Sra. Wilberforce (magistralmente interpretada por Katie Johnson) y ella es lo que nos involucra plenamente en la historia. La Sra. Wilberforce es la caricatura de un personaje peculiar de la sociedad británica de la época postvictoriana, visita regularmente el puesto de policía y habla con ellos sobre los temas locales; conoce a los dueños de la tienda del barrio y ellos la conocen; es una ciudadana que se enorgullece de desempeñar activamente un papel en la sociedad. Se podría argumentar que esta confianza en su naturaleza es lo que la hace entrar en este lío, ya que en última instancia confía en el hombre desconocido que va alquilar un par de habitaciones a su casa. El profesor Marcus es ese hombre, que la película nos presenta magistralmente como una sobra acechante que sigue a la anciana y como una especie de espectro que asoma a su ventana. Bien educado y bien vestido, sin embargo le seguimos viendo como un ser inquietante. Y luego está su equipo de ladrones, juntos componen un peculiar grupo que va desde el obtuso exboxeador, hasta el desconfiado y el siniestro; forman una galería de personajes tan siniestros, como inútiles y divertidos. 


El film tiene el sabor de un cine que, a base de calidad (maravillosos los juegos de luces y sombras y ese pasar constante de los trenes que se convierten en personajes del film), suple la pobreza de medios; incluso los interiores, sobre todo la casa de la señora Wilberforce, con sus techos bajos y sus diminutas habitaciones, que la llegan a hacer agobiante, se nos torna encantador.
El film es un enredo muy divertido, quizá con algunos pasajes de humor un tanto rancio para los gustos de actuales, construído sobre la base de un magnífico guión, de ese cuidado aspecto artístico ya mencionado y unas excelentes actuaciones.
Una anécdota de esas que me gusta referir de vez en cuando: Katie Johnson, que tenía entonces 76 años, fue elegida para el papel por el director del film, Alexander MacKendrick, pero los productores mostraron sus reticencias, sobre la base de que podría ser una persona demasiado frágil para llevar adelante el trabajo, por lo que impusieron a una actriz más joven que murió antes de empezar la filmación y hubieron de llamarla a ella.




4 comentarios:

  1. Me la has recordado Trecce, aunque ya hace muchos que la vi. Que pases buen fin de semana. Por aquí dicen que se nos viene encima, la temida "Gota Fría".

    Un abrazo.

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  2. Este tipo de pelis son las que más me gustan.
    Hubo unos años, allá por los 60, en que los ingleses eran maestros en producir películas de este estilo. Muy divertidas y entrañables.

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    1. Y con pocos medios, eso sí, demostrando que eran unos verdaderos artistas/artesanos y sabían sacar todo el rendimiento de lo que tenían y un poco más.
      Lo que demuestra, una vez más, que el dinero ayuda (¡ya lo creo!), pero sólo eso, ayuda, como no haya un buen producto, en este caso un buen guión, buenos actores y un director que sepa hacer eso: dirigir, pues no hay nada que hacer por más pasta que se gasten.

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