Pienso que es obvio el interés que siempre han despertado las actuaciones de los llamados Grupos de Operaciones Especiales con que cuentan los distintos Ejércitos, la prueba es el éxito que suelen tener las novelas o las películas que, basadas en alguno de estos hechos, se presentan de vez en cuando y que a poco que el escritor o los guionistas y realizadores tengan un poco de buena mano, suelen contar con la respuesta favorable del público, pues en no pocas ocasiones son en sí mismas casi como un guión de película.
Manuel J. Prieto, nuestro querido “Curistoria”, compañero de Hislibris, de sobra conocido por sus muchos seguidores en las redes sociales, radio y publicaciones literarias, se ha mostrado como un hábil narrador de anécdotas históricas en forma concisa, despertando el interés del público. En esta ocasión, el anecdotario del libro que hoy comentamos, se centra en algunas acciones que esos grupos de operaciones especiales (comandos para los ingleses, rangers para la norteamericanos), pero también en ocasiones algún grupo escogido y creado al efecto, del ejército regular, llevaron a cabo en el marco de la Segunda Guerra Mundial, precisamente el conflicto en el que nacieron esa especie de grupos guerrilleros dentro del ejército, tal y como los conocemos en la actualidad, ya que partidas o pequeños destacamentos de este tipo, siempre han éxito con el objetivo, bien de actuar tras las líneas enemigas, o de presentar resistencia a fuerzas de ocupación muchos mayores en número y preparación a base de acciones de sabotaje y ataques puntuales a los que seguía un rápido repliegue.
El autor ha recogido actuaciones de ambos bandos contendientes, alguna de ellas muy conocida, otras no tanto, que componen un mosaico muy atractivo, sobre todo para el gran público y para quienes gusten de estos hechos que podemos calificar como pequeños en el contexto de una conflagración tan grande como fue la Segunda Gran Guerra y que, sin embargo, pasados los años, algunos de ellos han sobrevivido en la memoria colectiva mejor que otros de mayor envergadura, seguramente por lo que tienen de épico.
Sin resultar exhaustivo, Manuel J. Prieto, maneja datos que complementan y dan fe de la preparación que casi siempre hay detrás de cada una de estas acciones, en muchos casos involucrando a un buen número de gente y nos revela algunas de las líneas de actuación en la mayoría de estos casos en los que parte de quienes intervienen en ellos, no saben con certeza el fin último de lo que están haciendo, con el objetivo primordial de mantener el secreto, salvaguardando vidas y, sobre todo, mantener el efecto sorpresa, tan importante en este tipo de acciones.
Salvo ocasiones muy concretas en que la toma de un puente, la inutilización de una batería artillera, el corte de una línea de comunicación, etc., ha sido de gran relevancia para una operación posterior de gran alcance y repercusión, casi siempre estamos hablando de intervenciones que tienen no poco de anecdótico en el contexto de un gran enfrentamiento, sin que tal o cual acción tuviera demasiado peso el conjunto y, desde luego, no influyera prácticamente en nada en lo que al curso de la guerra se refiere. Y sin embargo, el interés que despiertan en la gente en general y en los aficionados a las acciones bélicas en particular, son claro indicio de que van a más allá de su valor militar o estratégico intrínseco y es que estamos hablando de hombres que se jugaron la vida (de hecho muchos la perdieron), por cumplir una misión que tiene muchas veces más de efecto psicológico en ambos bandos (bien elevando la moral o significando un duro golpe para ella) que de valía cuantificable y no digamos ya de los beneficios que una adecuada propaganda puede sacar del rescate de unos prisioneros, el aprovisionamiento de unos aliados que están en dificultades o de la voladura de unas instalaciones, tal vez de escasa importancia en sí, pero que suponen un acto tal de temeridad, que cuando se resuelve con éxito, se mide con otros parámetro distintos al de la frialdad de los números. Si a eso unimos la temeridad de sus protagonistas, la incertidumbre que siempre rodea estas acciones y la cantidad de factores (incluída la suerte) que rodean el desenlace de cualquiera de ellas, dotándolas de un componente de suspense y ese halo de heroísmo que siempre adorna a sus intervinientes, estamos ante situaciones cuyo relato resulta mucho más divertido (si se me permite la expresión) que los grandes movimientos de tropas o las batallas multitudinarias.
En cualquier caso, me permito recomendar a quien quiera disfrutar de él, este libro fácil de leer, y muy ameno por lo dinámica que resulta su estructura en capítulos breves, en los que se relatan acciones de mayor o menor importancia, pero todas ellas arriesgadas y en las que el más mínimo fallo o el imprevisto más insignificante, ponía en peligro el resultado final y las vidas de las personas implicadas, lo que convierte al libro por momentos, en un verdadero relato de aventuras que bien podrían ser inventadas, aunque ocurrieron realmente.
Esta reseña fue publica en su día en Hislibris.
Parece interesante y me lo apunto, a menudo estas cosas apetecen de entrada y luego las hacen innecesariamente farragosas, de esta forma harán mucho más cercano algo que debemos tener presente todos.
ResponderEliminarEn este caso creo que la lectura no se hace pesada, precisamente porque, sin renunciar a detalles y datos, no se pierde en explicaciones demasiado extensas.
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