Gran Bretaña, principios del siglo XX. La entrada del joven Maurice Hall (James Wilby) en la universidad parece asegurarle una vida conforme a lo que su familia y su clase social esperan de él. Formándose para seguir los pasos de su padre, Maurice ignora esa voz interior que le dice que hay algo en él que es diferente y se centra en aquello para lo que está siendo preparado. Pero conoce a un estudiante de un curso superior al suyo con su propia forma de ver y experimentar la vida, que va a cambiar la de Maurice y, sobre todo, a abrir esa puerta tras la que nunca se atrevió a mirar.
Ese estudiante es Clive Durham (Hugh Grant) quien despierta a Maurice de ese letargo en el que se encontraba y le descubre un mundo diferente donde dos hombres pueden mantener una relación que no esté basada sólo en la amistad. Ambos personajes se lanzan a esos nuevos sentimientos que tienen el uno por el otro, iniciando un vínculo a medio camino entre real y platónico.
Cuando ya han abandona la universidad, un hecho va a cambiar la manera de ver las cosas de Durham, es la detención por escándalo público de un antiguo compañero de estudios de él y de Maurice, Lord Risley (Mark Tandy), quien es condenado por sus prácticas homosexuales. Ante el miedo de ver arruinada su carrera política y su posición social, Durham corta su relación con Maurice y se casa.
El guión se basa en una novela de E.M. Forster que su autor no se atrevió a publicar y apareció tras su muerte. Consideraba que el libro estaba adelantado a su época y que podría acarrear un escándalo del que no podía calibrar sus consecuencias.
La verdad es que visto desde la perspectiva actual, algunas de las cosas que plantea pueden parecer un poco ingenuas, pero hay que situarlo en su momento y resulta ser un valiente alegado en pro de la libertad, no sólo sexual, sino del intercambio de relaciones entre distintas clases sociales.
Cuando se decidió llevar a la pantalla el libro de Foster, prácticamente estaba cantado que sería James Ivory el encargado de hacerlo y más cuando un año antes había dirigido con éxito Una habitación con vistas, basada en otra obra del mismo autor.
El film se basa mucho en los diálogos de la novela, que traslada de forma fiel, y en recrear, con el preciosismo y el detalle que Ivory pone en sus películas, el mundo de la clase alta británica a principios del siglo pasado en una Gran Bretaña atada aún a costumbres seculares en las que una rígida moral y la distancia entre clases, marcan el vivir cotidiano de los personajes. Como de costumbre, una puesta en escena de lo más cuidado, una fotografía magnífica y un discurrir de la historia que, en ocasiones, se recrea en el retrato del entorno.
Maurice es quizá el primer intento serio de tratar el tema de la homosexualidad huyendo de tópicos, sin caer en el amaneramiento y quedando patente la dificultad, los miedos y las consecuencias nefastas a las que se exponen quienes deciden vivir libremente una sexualidad incomprendida socialmente.
Aunque nos habla de tiempos pasado, no todo lo que refleja la película está superado en nuestra hipócrita sociedad actual.
En la hipócrita Gran Bretaña el tema es tabú y bastante arraigado entre la clase alta el asunto de la homosexualidad, ya desde tiempos de Tío Oscar al que martirizaron por ello.
ResponderEliminarUno de los protagonistas del film dice, explícitamente, que teme que le ocurra lo mismo que Oscar Wilde.
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