Melvin Udall (Jack Nicholson), un inteligente escritor, de carácter desagradable, homófobo, maleducado y que odia los animales de compañía, es un obsesivo/compulsivo con un montón de manías que marcan su vida diaria, a pesar de lo cual, es feliz encerrado en su apartamento escribiendo libros de éxito.
Una de esas manías consiste en ir a un determinado restaurante, donde se siente especialmente complacido por el trato que le dispensa Carol Connelly (Helen Hunt), una de las camareras del establecimiento, con lo que su visita al restaurante pasa a formar parte de sus rituales.
Una mañana, Carol no aparece y Melvin saca a relucir lo peor de su carácter, insulta a la sustituta y es echado del establecimiento, aunque logra enterarse de la dirección de Carol y se presenta en su casa para "exigirle" que vuelva al restaurante para servirle, pero Carol no puede, su hijo Spencer (Jesse James), tiene una enfermedad que a veces le impide respirar.
Mientras tanto, Simon Bishop (Greg Kinnear), el vecino homosexual de Melvin, acaba en el hospital tras recibir una brutal paliza por una banda que intenta atracar su apartamento, y Frank (Cuba Gooding Jr.), amigo de Simon, para cobrarse el favor que le debe Melvin, hace que este se convierta en el cuidador eventual de Verdell, el perrito de su vecino. A pesar de que todo está en contra, de manera sorprendente, Melvin acaba congeniando con el perro.
La convivencia con el chucho y la situación de Carol y su hijo, parece que empiezan a suavizar la actitud de Melvin.
James L. Brooks parece dar con la formula de las viejas comedias de la edad de oro de género para traernos esta historia en la que sus protagonista están a la altura y con la que Nicholson y Hunt se llevaron los Oscar de ese año, además de una buena cosecha de nominaciones.
Recuerdo bien el impacto que supuso para los espectadores del momento (entre los que me incluyo) la llegada a las pantallas de este film que concitó la admiración unánime y una nueva ilusión entre los aficionados y espectadores en general.
La película sabe hacer de una historia sencilla, a base de humor y un guión inteligente, una comedia de lo más agradable y divertida, precisamente porque trata con gracia asuntos cotidianos y hablar de lo que nos puede ocurrir cada día. Cuando se sabe hacer de esa manera, se tiene una de las claves para conseguir el éxito.
Para mí, un clásico de la comedia moderna.
Me gusta lo que cuentas de esa peli y ya me gustaría verla. Son las que de verdad convencen de la bondad del cine americano tras haberse ido al carajo con sus tostonadas de superproducciones.
ResponderEliminarComo casi siempre, el secreto está en saber contarlo y no en buscar los tres pies al gato.
EliminarTengo buen recuerdo, pero reconozco que no la he vuelto a ver desde su estreno.
ResponderEliminarSe vuelve uno a reir.
EliminarPara mí es de las mejores películas de la historia, y de los premios oscar mejor ganados por los actores ya que las interpretaciones de ambos son fantásticas. Tuve la suerte de ir a verla cuando ya llevaba mucho tiempo en cartel, sería finales de febrero o marzo del 98, un domingo por la tarde que se jugaba un barça-real madrid, en el cine alexandra. Toda la sala de 1800 butacas para 6 personas.... increible, sin 3D ni chorradas, pantalla enorme, buenas butacas, buenas palomitas y buena compañía.
ResponderEliminarYo también recuerdo perfectamente cuando la vi en el cine.
EliminarSimplemente genial; esperanzadora también, hasta en semejante ser pueden darse detalles de humanidad y nobleza , me gustó muchísimo.
ResponderEliminarA mí también me gustó mucho.
Eliminar¡Tronco e' película! Una comedia muy original pero buenísima.
ResponderEliminarEn otro orden mi hermano, estoy comentando una película de Duvall en tigrero que no sé si la viste ¿puedes pasar por allá?
Supongo que te refieres a la de Robert Duvall. No la he visto, pero leída la entrada del blog, tiene buena pinta. Habrá que verla.
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