jueves, 9 de junio de 2016

EL CONTUBERNIO JUDEOMASÓNICO

Quizá la muletilla más recurrente del Régimen de Franco, fue la del Contubernio Judeomasónico, cuando algo se torcía, la culpa era del comunismo internacional o de dicho contubernio, algo que se cuidaban mucho de mencionar cuando trataban con sus dos valedores internacionales más conspicuos: Churchill (masón) y Eisenhower (judío).
En España, el Tribunal Especial para la Represión del Comunismo y la Masonería, se creó por una ley dictada el 1 de marzo de 1940 y que llevaba prácticamente el mismo título: Ley para la Represión de la Masonería y el Comunismo. Esta norma jurídica responsabiliza a la masonería "en la pérdida del imperio colonial español, en la cruenta guerra de la Independencia, en las guerras civiles que asolaron a España durante el pasado siglo, y en las perturbaciones que aceleraron la caída de la Monarquía constitucional y minaron la etapa de la Dictadura"
Además de ser un despropósito, esto no era cierto, pues aunque existieron logias que abrazaron la causa independentista, no es menos cierto que otras eran de claro matiz unionista. Así la logia portorriqueña Hijos de Borinquen, alegaba ante el Gran Consejo Masónico que "en nuestra agrupación no hay ningún hermano rebelde ni desafecto a la causa de España, sino que todos somos buenos hijos y españoles ante todo, como gustosos probaríamos". De entre los masones que mostraron un mayor grado de compromiso con la política colonialista española hay que señalar a algunos dignatarios de la masonería cubana, como el marqués de Palomares del Duero o Francisco Griñán (maestro de la Gran Logia de Colón).
En el Archivo Masónico de Salamanca, figuran cientos de expedientes abiertos a personas de diversa índole, alguno de los cuales demuestra la "preparación" de quienes allí trabajaron, cuya cultura histórica deja bastante que desear, pero es que a veces, les faltaba hasta sentido común. Resulta curiosa la apertura de ficha masónica a Eugenio de Palafox, conde de Montijo (Expediente nº 119/4A), del que figura que no se ha retractado. Difícil que lo hiciera, este hombre había muerto en 1834, mucho antes de la apertura del expediente. Hay varios casos de estos, pero el que más llama la atención es el inicio de expediente a un tal Juan Prim, citado como masón en algunos documentos, sin que los funcionarios de turno conjeturaran que se trataba nada más y nada menos que de Juan Prim y Prats, héroe de los Castillejos, conde de Reus, presidente del Gobierno de España... fallecido más de sesenta años antes.
Y para remate, el caso de Santiago Ramón y Cajal, iniciado en los primeros meses de 1877 en la logia regular zaragozana Caballeros de la Noche del Grande Oriente Lusitano Unido, con el nombre simbólico de Averroes. Por ironías del destino, el general Franco, martillo de masones, le otorgó el título nobiliario de marqués de Ramón y Cajal a título póstumo el 1 de abril de 1952, con ocasión del primer centenario de su nacimiento (BOE de 1 de abril de 1952, nº 92, pág. 1.482).



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